Wednesday, December 20, 2006


La Vida es Escupir

Cuando voy a la casa del Toti, siempre terminamos en la alfombra de su living conversando, tomando cervezas de 350cc y viendo películas, o Dvd´s de recitales. A veces también comiendo Doritos de queso, que nos dejan las manos y el aliento fuerte. La mamá del Toti no nos dice nada. Una vez nos preguntó que cuándo le presentaríamos a nuestras pololas, y el Toti dijo que yo era como su polola, pero sin pololear.

El Toti no tiene novia porque es un idiota con las mujeres. Él busca una chica que escupa más lejos que él, o una que sepa las canciones de HIM. Yo nunca le he visto una novia. De hecho creo que nunca he visto a una mujer escupir bien. Las mujeres no escupen bien. No saben la técnica. Lo puedo asegurar porque a la Ale, mi ex de hace mucho tiempo (la recuerdo con cariño aún) una vez le intenté enseñar a tirar pollos. Pero fue un rotundo fracaso. Ella terminó con su polera toda baboseada y yo seco de tanto enseñarle.

-¿Y si las mujeres supieran todas escupir?, encuentro que sería feo –Acoto antes de meterme unos Doritos de queso a la boca.
-¿Por qué?
-Claro, imagínate a Scarlett Johansson escupiendo, no se vería bien.
-Sería cul. –mastica el Toti.
Ese día veíamos Match Point de Woody Allen.
-Scarlett Johansson quizás sepa escupir, tiene cara de escupidora –digo medio aburrido.
-Yo a Scarlet Johanson le haría de todo.
-¿Aún cuando no supiera escupir?
-No, estoy seguro de que ella sabe escupir bien. –remata el Toti.
-Ahhhh –digo y continúo –a mí me gustaría una mujer que supiera chiflar fuerte.
-¿Y para qué querí una mujer que sepa chiflar?
-No sé, me gustan las mujeres que saben chiflar. Lo encuentro cul.
-Tú si que estás loco.
-Quizás.
Los protagonistas de la película se agarran en un tremendo beso bajo de la lluvia y se pierden en un campo inmenso de trigo. Nosotros comemos más Doritos y bebemos otra Paceña.
-Ese es beso, hueón.
-Sí, la cagó, rica la mina –digo casi suspirando
-Y tú queriendo una mina que chifle, el hueón loco.
-Mmmm, en realidad... ahora no, ahora prefiero una mina que sepa besar con el cuerpo completo, como la de la película, que te agarre la cara con las manos y que me bote enredando sus piernas entre mis piernas. Si alguna vez una chica me hace eso, me caso.
-Buena, ahí sí. Yo igual, pero eso sí: si no tira escupos, no me caso.

Carta Abierta a Ámbar Nakeb

Si pudiera hacer una especie de rememorización de los momentos felices o agradables de mi vida, sin duda tú estarías en, a lo menos, una mención honrosa. Y es raro, porque no muchos minutos son los que he estado contigo. No voy a decir que es amor (a pesar que es muy probable que lo sea, o que por lo menos sea una degeneración de amor), pero sí voy a asegurar que contigo, o con lo que fui contigo, o con lo que tú fuiste conmigo, tengo un cariño por lo menos muy importante hacia tu persona.
Seguramente tiene mucho que ver con tu extraña personalidad. La que en realidad nunca he podido comprender a cabalidad. Sinceramente, el no haber podido leer tu mente, ha sido uno de los factores que hacen que yo aún esté pensando en ti. Meses después de la última vez que nos vimos, y ni hablar del último beso que nos dimos. Insisto, no quiero hablar de amor, a pesar de que muy probablemente sea lo que siento por ti.
Tengo que declarar que mientras escribo esta misiva, las ganas de verte, abrazarte, besarte y unas cuantas cosas más que terminan en "arte", me inundan. Creo que lo que más haría sería raptarte. O sería lo primero, por lo menos. Siento que muy probablemente no estarías en desacuerdo, pero no mucho tiempo te demorarías en ser tú la que toma las riendas de la situación, y terminarías siento tú la raptora de mi humanidad. Así eres tú. Algo así, en realidad, eres tú. No mucho te logré conocer. Y me encanta eso.

Tuesday, December 12, 2006

Todos las Mujeres Son Infieles (Deben Venir Así de Fábrica)


Cuando mi mamá sale con su pololo los fines de semana, siento que por fin tengo mi casa propia y por fin puedo hacer lo que quiera. La felicidad se me acaba cuando me da hambre y me doy cuenta de que no se preparar ni un plato de tallarines. Me han dicho que eso es lo más fácil de cocinar. Mi mamá lleva una semana en no se qué playa, descansando, liberándose del estrés que le provoca esa oficina llena de viejas y de teléfonos que suenan gangosos cada 30 segundos. Yo no duraría ni un día en esa pega. Yo siempre he pensado que mi trabajo ideal es el de periodista, pero el de periodista de televisión. Viajan varios días y trabajan 2 horas. Y les pagan con bastantes ceros, también. En el fondo lo que quiero es lo mismo que todo el mundo: trabajar poco y ganar mucho. Es una máxima humana universal, es obvio. Es como que alguien te proponga escoger una mujer entre todas las mujeres del mundo, para hacerla feliz, hacerla reír 25 horas al día, darle besitos y esas cosas. Obvio que yo elegiría a la Cata, o a Ámbar. Cualquiera de las dos. Creo que es siempre bueno tener dos opciones, da como seguridad en el día a día. No sé bien a cual de las dos escogería en realidad. Quizás pediría cambiarme a uno de esos países raros para poder escogerlas a las dos. Es lo más sano.

Me he dado cuenta que los problemas universales están siempre centrados en el amor. O en el sexo. En realidad no sé bien si sean los problemas, pero lo que más causa expectación en la gente es cuando a alguien le pasa algo que posiblemente le podría pasar a un número considerable de gente. También es una especie de morbo. Somos todos morbosos. Yo soy bastante morboso. Y caliente, como me decía una ex. “Ahhh... ¡caliente!”. Pero yo sé que igual le gustaba. Si a todo el mundo le gustan esas cosas. Lo que pasa es que no nos atrevemos a reconocerlo.

Con el Pera tenemos una teoría que dice que las minas fieles son las que no existen. O sólo son fieles las que en realidad son hombres que se disfrazan de mujeres. Porque nosotros sí que sabemos de ser leales a la pareja. Las mujeres no. A mí antes me producía recelo aceptarlo, porque muy lamentablemente me gustan demasiado las mujeres. A pesar de que en varias ocasiones me lo puse en duda, intencionalmente, pero no, encuentro realmente intolerable y de mal gusto que un masa de carne viva te atraviese una y otra vez. Y nunca me ha gustado un hombre, a diferencia de algunos amigos míos que (entre borrachera y madrugada) dicen haberse sentido atraídos alguna vez en su vida por algún otro macho. Puedo decir que me gustan las minas. Y mientras más minas, más me gustan. Cuando digo “más minas”, me refiero a más escandalosas, y principalmente más infieles. Porque la infidelidad es una de las características de la mujer. Y yo lo tengo más que claro. Por eso no tengo una relación estable y seria. O “seria”. Porque no estoy tan preparado sicológicamente para compartir una relación con otro pelotudo. Aunque a veces parezca un veinteañero de mente amplia. No sé si se entendió bien. Me gustan las mujeres infieles, me gustan mucho, pero ojalá que no lo sean, o por lo menos que no lo demuestren. Porque las mujeres son expertas en que no nos demos cuenta de nada. Son una especie de brujas. Es un tema complicado.

Thursday, November 23, 2006

Güinner!
Cuando uno se pone a escribir leseras como las que salen en este blog, tiene el derecho tácito de escribir lo que sea. Sin nadie que tenga el derecho de hablar o preguntar si lo que aquí sale es cierto o no. Eso es una tremenda ventaja. Cuando algo no me conviene digo: no, tranquilo, eso es ficción, a mí no me pasaría. Y cuando algo me favorece, digo exactamente lo contrario. Es simple.

Ahora no sé bien que diré.

Sólo que de la junta que tuve hace algunas semanas con varias personas de otros blogs salieron bastantes historias dignas de relato. Y no es que uno ande con el papel y el lápiz en cada carrete al que va, sino que hay historias contables y otras que no. Aquí ocurrió lo primero.

Ahí estaban: Mauricio, Karol, Remiso y su novia (muy buena onda ella), Claudia, Shicole, Enrique y varios más. Nos juntamos a tomar algo y a hacer esas cosas que uno hace cuando viene conociendo a gente nueva. Todo el mundo buena onda, con temas muy ligados al mundo cibernético. En honor a la verdad debo decir que yo quedé bastante colgado, porque de edición HTML es poquísimo lo que sé.

Creo que en todo momento hubo buenas migas. Y las cervezas corrían más rápido que el minutero. También debo decir que estábamos de dueños de casa, pero en la casa del autor de Urbanocity.

Si estoy contando esto tan mal, es sólo porque me pone un poco nervioso publicar esta historia. De hecho ni siquiera sé bien si lo haré. Esto pasó hace tres semanas o un mes, y no me había querido pronunciar sobre el tema. Y eso es por algo.

Ochentaicincomil cervezas en una mesa de madera ultra café oscuro. Que el HTML para acá, que esto otro para allá. Que vamos, que no vamos...

- ¿Está bien ahí?
- Sí. No. Mejor no... es que recién nos venimos conociendo.
- Pero...
- Ya. Dale nomás.

Incluso un pisco, pocas bebidas. En realidad muchos piscos y un par de bebidas. Un ron incluso.

Varias piezas desocupadas. No tantas, sino que justo una para cada uno. O una para cada dos, mejor dicho. Y creo que esto no estaba preparado. O sea, lo que pasó después del carrete, en el mismo carrete. Sé que está enredado, y es lo que quiero. Mil disculpas.

- ¡El mejor!, eres el mejor, es que la cagaste... (sic)

Wednesday, September 20, 2006

No Es Necesario Saber Tu Nombre


Dime: ¿te gusta así?... parece que ahí es donde más te calienta. ¿Te gusta que te muerda la oreja? Se nota cuando te gusta... se te calienta todo acá abajo (le pongo mi palma abierta y la froto). Lo siento todo. Te cambia la respiración...

Si últimamente he estado esquivo de los carretes típicos, es porque ya fui a todos los carretes típicos que podía ir. Ya bailé. Ya tomé hasta quedar borracho. Ya compartí con huevones que no conocía. Ya mentí con mi número de teléfono. Ahora tomo menos y la paso mejor. No amanezco con mucho dolor de cabeza, ni menos con el resentimiento de haber bailado toda la noche esa mierda de música que bailan todos. No soy alternativo, pero me gustan los lugares alternativos y la gente que anda más tranquila por la vida haciendo cosas sin aparentar mucho. Quizás sea también que estoy más viejo.

A propósito de aquello, puedo contar que mi estimadísimo amigo Memo (del que no tenía noticias hace bastante tiempo) está viviendo total y completamente solo, en un departamento de dos ambientes en Antonio Varas con 11 de Septiembre. Recórcholis. Eso pensé cuando me llamó para contarme de su vida. “¡Y va a quedar la cagá!” le grité por el teléfono repetidas veces antes de pactar el encuentro del fin de semana.

Edificio con pinta de setentero y departamento dúplex. El Memo me abre la puerta, me saluda con exagerada parafernalia y me doy cuenta de que la reunión (carretón / reventón) ya se había armado. Le doy la mano, un abrazo y muestro mi entrada: Alto del Carmen color café. Buen ambiente. Chiquillas simpáticas... amigos del amigo del amigo.... la prima del tío del sobrino del Memo... ¡los muchachos! El Pera, la Chica, el Toti y el Guata, todos borrachos y sonrientes.

- ¡¡¡Benjiiiiiita!!! ¡cómo está perrito!- Al unísono los muchachos

Más gente de la que hubiera imaginado... pero no me quejo, hay buen ambiente. Buena música, a buen volumen. Maroon 5 “Harder to Breathe ”. Benjamín, caliente de mierda, dos minutos y ya quedaste mirando a esa jovencita... porque es una jovencita, no más de diecisiete, con ojos de galán de teleserie centroamericana.

“¿Tú eres amiga del Memo?”, fue lo que dije antes de, incluso, haber tomado una gota de alcohol. Es que de verdad ella me dejó paralizado. Maroon 5 “Sunday Morning” en el aire. “Sí, y compañera de la universidad”, me respondió. ¿En serio? Yo pensé que... ¿cuántos años tienes?, 23 me dijo, y yo no lo podía creer.

Veinte minutos más de preguntas repetidas, con un ambiente increíble. Música notable. Algunos bailaban Strokes, otros trataban de arreglar el mundo, y otros estábamos preocupados de complacer a nuestras hormonas. Un trago por acá, otro por allá... unas risas. Que yo hice esto, que hago esto otro... risas, más risas. Miradas. Miradas fuertes. Miradas cómplices con risas entremedio.

Música luces minutos que pasan noche alcohol. Drogas, algo de drogas simples... marihuana buena sobre todo. Horas que vuelan. Cierro la puerta del baño de golpe.

Benjamín, ¿tienes condón? Póntelo. Háblame. Dime cosas, lo que sea. No aguanto más... (ella abre sus piernas con poca delicadeza) métemelo... sí... así... así.

El ambiente inundado por “Cheated Hearts” de Yeah Yeah Yeahs.

Cierro los ojos y pienso que follo con Karen O de los “Yeahs”. ¡Yeah!






Friday, September 08, 2006

Afortunadamente me Tuvo que Pasar a Mí

1:58 am. Mañana, hoy me tendré que levantar a las ocho. ¡A las ocho! ¿Qué hago escribiendo a estas horas? No sé muy bien. Un poco de locura debe haber detrás de esto. Seguramente. Mi Winamp cargado con las canciones de Arctic Monkeys. Y lo que quizás sea que me mantiene despierto es la asombrosa coincidencia que hace un par de días me ocurrió.

Pero antes, algo que no he contado.

No soy un casanova, definitivamente no... mejor dicho soy un tipo sin polola que no busca una relación estable, pero está propenso y dispuesto a pasar buenos ratos. Dejémoslo así. ¿A qué va esto? A que dentro de mi universo volvió a asomar otra mujer como hace tiempo no ocurría. La verdad es que a veces quisiera que estas cosas no pasaran, cada vez que alguien se me mete en la mente, termina todo convirtiéndose en un tremendo problema. A veces preferiría que todo siguiera así, como un mar sin oleaje. Pero algo dentro mío, una especie de alarma se volvió a encender y otra vez fue a primera vista.

Trigueña de ojos achinados, piel blanca y la mirada más sensual que recuerde. Labios que sobresalen y que parecen ofrecer besos. La miro como si fuera el amor de mi vida. Nunca le he hablado, la verdad es que no me atrevo. Nunca he tenido la posibilidad de hacerlo. A nadie de mis cercanos le gusta, ni siquiera la encuentran atractiva. Camila se llama, lo supe por uno de esos contactos que uno siempre tiene...

- Me gusta ella... la chinita de ahí, la blanquita.
- Se llama Camila, pololea hace mil años, está súper enamorada.

Ella bien sabe que la miro mucho más que lo normal. Ella se sabe mirada y me observa con cara de enojada y yo hago caso omiso y continúo con esa guerra de retinas. Ella se defiende con indiferencia y yo intento imaginarme que me está devolviendo la mirada. Aunque sé bien que no es así. Sé que quiere que la deje de molestar, sé que le incomoda.

Es un sueño. Siempre digo eso de las mujeres que me gustan. Al principio todas las mujeres guapas parecen inalcanzables, pero algo de experiencia me ha demostrado que los imposibles, en estos casos, no existen. El que no se atreve no cruza el río. Y la mayoría no se atreve. Leí que salió un libro de autoayuda en el que se habla del flirteo. En él se dice, entre muchas otras cosas, que las mujeres más guapas, más llamativas para los hombres, son a las que es más difícil llegar, por la poca fe que nos tenemos los machotes, pero es justamente con ellas con quien se tienen mayores posibilidades de éxito. Hablemos de éxito igual sexo o algo así.

Agarré mi mochila y me puse a caminar. Iba atrasado como siempre. A las nueve cuarenta entraba y eran las nueve cuarentaiuno. Bajo a la subterránea estación Universidad Católica, pago mis ciento veinte y me encuentro con la sorpresa de que ella, Camila, está ahí. Ella me mira y se sorprende, yo hago lo mismo, no la saludé. El Toti llega justo y me saluda. Hola culiao... ¿tan tarde hueón? Le respondo con un monosílabo. Aún no me la creo.

Pasa una tarde... por primera soy capaz de entender que ella estaba ahí, porque vive cerca de ahí. Sería lo obvio, por lo menos. Le pregunto a la Chica -que conoce más gente que yo- me dice que sí, que la conoce, que supone que la conoce... que es la ex de su ex. Me da un poco de rabia, pero me interesa mucho que ella no viva a más de diez minutos de mi casa. El mundo es pañuelo, algún estúpido dijo eso alguna vez. Creo que le debe haber pasado algo similar.

Monday, August 07, 2006

Estas Cosas Pasan (o estas cosas pasan a veces)



Me he dado cuenta de que hay suficiente gente a la que le interesa mi vida, y por eso seguiré contándola. Hace un tiempo no lo creía y dejé de lado esta especie de columna exhibicionista. Porque de qué serviría sentarse veinte minutos a escribir un par de planas de un diario de vida web si a nadie le importa. De nada. Creo que de nada.

Llevo un rato haciendo cosas que son poco claras. O sea, no poco claras, sino poco comunes. Eso es bastante subjetivo, y el típico debate respecto a qué es lo subjetivo-objetivo me tiene aburrido, así que cuando hablo de “cosas comunes” me refiero al raguetón, al mekano y las salidas a las discos los jueves, viernes y sábados. ¿Se entiende? Qué bueno. La cosa es que he estado viendo en Vía X a Franzani y me ha dado por bajar la música de cada grupo under que menciona. Así llegué a conocer a Nutria, a Casanova (que ya no es desconocido) y a Congelador. A eso quería llegar. A Congelador. Puedo decir que tengo grupos que hacen que los pelos se me paren y que el pecho se me infle. Me refiero a los que ya son parte de la banda sonora de mi vida. Como cuando le di ese piquito a la Catita, estaba sonando Blur, siempre me acuerdo. También Ramones, Yeah Yeah Yeahs, y varios más.

Tengo que contar que cuando una idea se me mete en la cabeza, trato de sacármela concretándola. Es como una especie de obsesión permanente. No me puedo quejar, pero a veces me ha traído problemas y enemigos. Ahora no hablaré de eso. Quiero contar mi rollo con Congelador, y hay sólo una persona que me puede ayudar. Una persona que sabe demasiado de música, desde de los famosillos de la Nueva Ola, hasta del último disco de NIN.

- Aló, Toti... ¿Cómo estamos?
- ¡Hermanito! Tanto tiempo. ¿Qué cuenta?
- No mucho... ¿hai escuchao a Congelador? Es la raja.
- Obvio que sí, incluso el ex-vocalista anduvo con mi prima...
- ¡Yaaaaaaa! ¿Y ya no canta?
- No po hueón, si Congelador se disolvió a principios de año...
- ¡No hueí!
- Sí hueón, de verdad...
- Puta la hueá...

El Toti es de esos típicos amigos que uno ve sólo a veces y de los que conversa sólo cosas sin importancia. De esos amigos que son amigos entre comillas, de esos que no van a tomar té a tu casa. Ahora, él me es importante. Ahora, el Toti es un poco más mi amigo. Se me metió en la cabeza conocer más del grupo que me tiene medio loco el último tiempo y ya sé como concretar esta obsesión.

No sé cómo, pero fui invitado a una de esas fiestas de las que siempre habla Sergio Lagos, esas en las que hay gente reconocible por su cara. Gente de la tele, de las revistas. Gente que tiene la ropa nueva y la risa más amplia que la cara. El Toti me invitó. “Vístete bien, hueón. Vamos a ir a un carrete de verdad”.

Barrio Lastarria de nuevo. Agradezco vivir a seis cuadras de ahí, del epicentro cultural y de la onda Santiaguina. Del departamento en que estamos se ve Metales Pesados, el Café de las Artes y Zoo, la nueva tienda con onda. Strokes está demasiado fuerte y con el Cacique que me tomé ya empecé a soltar la lengua. Parece que hice una crítica correcta del First Impressions of The Earth, porque doce ojos me quedaron mirando con las pupilas muy abiertas. Uno de los tipos con los que hablaba me dio la mano. “Rodrigo, Rodrigo Santis me llamo”. –Hola Rodrigo, soy Benjamín, Benjamín Cruz. El ambiente estaba increíble. Tomé como carretonero. Tuve que aportar con la vaquita, y como me di cuenta de que todos soltaban los billetitos de diez y de veinte, tuve que hacerme el duro y pasar las últimas diez lucas que me quedaban. Pero tomé Cacique, y fumé un poco de algo bueno. “Prensado en miel y traído desde Australia” me dijo un tipo que hablaba como el protagonista de la teleserie del siete y tenía el pelo más amarillo que hubiera visto. Las mujeres estaban como querían. Pareciera que hubieran estado todas las compañeras que el Jorge tiene en la Andrés Bello de la Casona. Yo me mantuve tranquilo, entretenido conversando con Rodrigo. Era el más piola. El único que no andaba con ropa recién comprada. Mientras me tomaba mi trago número un millón, se mete el Toti en la conversación.

- Veo que ya conociste al Benja, buena onda este cabro.
- Acá estamos hablando un poco de música... sabe harto este chiquillo –Respondió Rodrigo.
- El Benja te quería conocer, Rodrigo. Me estuvo hablando toda la semana de ti...

(Ahí yo puse cara de no tener idea)

- El Benja es un fan de Congelador
- ¿De verdad te gusta? –me preguntó Rodrigo
- Sí... sí... ¿por qué? Tú eres... –Seguía sin entender
- Yo era el vocalista. Porque nos separamos en el verano. Ya fue suficiente...

Yo no lo podía creer. Estas cosas no suelen suceder. Yo enfrente del tipo que me ha estado cantando canciones los últimos tres meses. El vocalista del grupo que más he pirateado por internet estaba delante mío y yo no tenía la más mínima idea.

Los litros de Cacique me habían tomado el cuerpo entero. Y la marihuana extranjera logró tatuarme una risa eterna. “En honor a los caídos, pondremos el disco “Cuatro” de Congelador...” dijo alguien que seguramente estaba borracho. En el aire volaba una de los temas instrumentales más notables que he escuchado el último tiempo: “Campo de Fuerza”.
Me tocan la espalda y alguien me saluda como si me conociera de toda la vida. Con los brazos abiertos, una sonrisa inmensa y los ojos iluminados.

- ¡Benjamín!

(Afino la vista un poco)

- Ámbar... ¿Eres tú?

Wednesday, July 26, 2006

Creo que tengo algo (no importante) que decir.

“... La ciudad de Santiago de Nuevo Extremo puede estar tranquila,
una pandilla de escribidores la recorre a diario
para que las buenas y bellas historias no mueran,
mas tengan vida eterna.”
L. A. Tamayo



La otra vez me junté a tomar con una manga de engrupidos literarios y saqué varias buenas moralejas. Primero de todo, debo comentar que llevo un tiempo enganchado con esto de las letras, y he presenciado más tertulias literarias que las que creí poder soportar. La verdad es que me dedico a escuchar mucho y poco a leer. Una vez mostré un cuento que todo el mundo lo hizo pedazos. Me hice el fuerte y demostré poco interés en los comentarios, pero la verdad es que el tema me dio vueltas varios días en la cabeza. Volviendo a la poco glamorosa reunión con los casi-escritores sobreengrupidos, quiero rescatar un comentario que me hizo el autor de un libro que es súper ventas entre los escolares. Hablábamos sobre amor, y estábamos todos borrachos en un bar de Bandera llegando a Mapocho.

- Mira Benjamín. Siempre va a existir esa mina que invada tus sueños. Aunque estés casado, aunque tengas hijos, aunque estés excelente con otra. Todos... todos tenemos una mujer que desearíamos más que a nada, más que a ninguna otra. Una mujer por la que seríamos capaces de dejar todo. Pero hay que ser aterrizado, y tener claro que uno de mil hueones se queda con esa mujer soñada. El resto, nos quedamos tranquilos, nos casamos con una mujer que nos haga feliz, tenemos hijos. Hacemos la vida normal, pero nunca se nos borra de la mente aquella musa, aquél amor platónico.me dijo Luis Alberto, antes de tomar su enésimo vaso de cerveza y poner ojos de pena.

Luis Alberto es un buen tipo. Me ha enseñado bastante de literatura y mucho de las mujeres. No se cuál de las dos cosas he aprendido más. Esa conversación me quedo dando vueltas, creo que él tiene razón en lo que dice, lo digo por lo vidrioso de sus ojos. Estoy casi seguro que mientras Lucho me hablaba, tenía en su mente a esa mujer que tanto añoraba.

El taller de literatura se acabó la semana pasada y creo que nunca volveré a ver a ninguno de los contertulios. Creo que es mejor así. Nunca he sido un tipo tan cultural como ellos, nunca he sido asiduo visitante de museos o de lecturas de poesía al aire libre en el Parque Bustamante. Creo que no es necesario ser tan cultural para poder ser escritor, o para que simplemente te gusten las letras.

Creo que mi estadía en el taller, literariamente, pasó inadvertido, pero pienso que mi persona no. Conocí a una de las mujeres más bellas de las que tenga recuerdo y viví, también, la indiferencia más absoluta de su persona sobre la mía. Viviana se llamaba y poco, o nada, de ella pude saber. Ella si es cultural. Ella es de las que entran saludando a Metales Pesados. Ella habla de Chejov o de Dostoievski como quién habla de Fuguet o Neruda. Ella es de esas personas que te hacen parecer estúpido cuando logras entablar una conversación. Ella tiene los ojos azul claro más llamativos de los que me acuerde.

Por otra parte, tengo a mis amigos de hogar. Mi mundo en el que me manejo, en el que me conocen y en el que tengo harto qué decir. El Pera estuvo enfermo, y su mamá lo dejó solo toda la semana. La Clau, su polola, lo cuidó esos días. Me imagino cómo lo habrá cuidado. El Gordo sigue jurando amor eterno a la Chiquita, ahora llevan tres meses pololeando, y dos meses que Gordo lleva otra relación paralela con una tipa de la que no recuerdo el nombre. El Toti está engrupido en la Iglesia Evangélica Pentecostal de Avenida Matta con Copiapó. La otra vez me dijo que me convirtiera porque “el Salvador vendrá pronto y se llevará consigo sólo a los elegidos”. Yo como que no pesqué mucho y me compré una polera que dice “jesús no viene ná”. De Ámbar supe algo el otro día, la encontré en la esquina de Portugal con la Alameda, andaba apurada y con varios bolsos. Le dije que otro día la llamaba para que tomáramos un café. Me dijo que bueno, pero después me acordé que nunca intercambiamos números. La Javiera me aburrió. Al final supe que llevaba varios años pololeando con el mismo tipo, él tenía trabajo, claro, vende cocaína. Y ella trabaja, claro, es parte de un selecto grupo de acompañantes. Creo que soy un apasionado por la adrenalina y por las cosas extremas en general, pero seguir metido ahí, con ella, significaba algo más que un riesgo permanente.

De mí puedo comentar que he estado bastante normal. Creo que si no he escrito sobre cosas que me han pasado es simplemente porque no me han pasado cosas. O por lo menos cosas que estime dignas de compartir. A veces pasa eso, como que uno se desencanta de cuestiones que antes parecían interesantes, porque ya han pasado otras mejores. De una u otra manera la vara se va subiendo sola, y lo que antes era excitante, ahora no lo es. De verdad. Creo que ahora ni siquiera es excitante la Catita a la que ahora encuentro sólo bonita y buena onda. Eso. Ando raro. Me he sentido raro el último tiempo y esta vez no creo que sea un proceso hormonal. Creo, también, que me he quedado pensando en las palabras de Luis Alberto. Creo que me he quedado pensando en la enorme posibilidad de no ser yo el “uno entre mil hueones”, y vivir mi vida pensando en “esa mujer por la que seríamos capaz de dejarlo todo”. Creo que, tristemente, Luis Alberto tiene la razón una vez más.

Friday, May 19, 2006


¿Capítulo 16?

Como todos: Hay cosas que no le cuento ni a la almohada.

Porque sí, ella me pidió que le ayudara a estudiar. Absolutamente porque sí. Yo respondí afirmativamente y me puse tiritón cuando le pedí su número. A las diez entonces, me dijo. A las diez en la conserjería de tu edificio, cerré el trato. Las cartas estaban tiradas. Creo que eso se lo había contado a mi almohada. Me bañé, me puse harto Axe Marine, me armé con una caja de LifeStyles Ultra-Ribbed y salí. Ella me estaba esperando y yo sentía como el rojo me inundaba la cara.

- Antes de estudiar ¿algo para comer?
- Mmmmm... Bueno (A todo le buscaba un doble sentido)
- Podríamos pedir unas pizzas... llegan en 30 minutos, si no: gratis...
- Me gusta la idea. También compremos algo para tomar.
- Yo tengo pisco y un Ron Bacardi...

No creo que exista alguien que pueda negarme que cuando hay alcohol de por medio la temperatura del cuerpo sube varios pares de grados. Onda Hot. Dos Ron y a la Papa, vendría siendo la cosa.

Atraídos

Otra cosa que me pone Hot, son los ascensores. Ella vive en el piso dieciocho y el elevador estaba cubierto de espejos, como un motel que te revuelve el estómago. Había espacio, pero –por alguna razón- estábamos conversando muy de cerca. Nos miramos y se abrieron las puertas. En ese momento soñé con que el viaje era tan interminable como el que se hace para llegar al mirador del Empire State. Su departamento es pequeño y desordenado, pero me gusta. Ella marca los siete números de la pizzería y yo ya tengo servida la primera ronda de ron-colas. Me cuenta que está cansada por el trabajo y el estudio, y yo le digo que tiene que empezar a relajarse un poco, porque nadie aguanta un ritmo así. Por alguna razón, todavía estamos mirándonos de cerca y, por primera vez, es ella quién se pone nerviosa. Javiera hace un movimiento brusco y pone el Anoche de los Babasónicos. Yo la adelanto hasta el Track 7 (“Puesto”: ...qué barbaridad haber tenido que esperar para vernos de tan cerca...). Otra vez, atraídos, quedamos mirándonos (cómplices) un poco más apegados que antes. Ambos bebemos el último sorbo de nuestro trago y no nos dejamos de descubrir las pupilas. Como si los ojos hablaran, como si los ojos pudieran hacer el amor. Nuestros vasos caen en la mesa al mismo tiempo y los segundos pasan en cámara lenta. Como si yo estuviera viendo la escena desde afuera. La tomo de la cintura firme y suave, le veo los ojos por última vez... ella mira mis labios y me doy cuenta que ese es un sí irrefutable. Siento que su boca tibia se junta con la mía y pareciera que fuéramos uno. Nos besamos como si quisiéramos rompernos los labios, como si fueran los últimos besos, como despedida. Nos separamos hasta quedar nariz con nariz y nos reímos en voz baja, como cuando los niños hacen una travesura. Mis manos abrazan su cintura impecable y –casi naturalmente- ella está sobre su cocina americana con las piernas abiertas y yo entremedio buscándola. Sus brazos rodean mi cuello. Mis manos en sus muslos y... suena el citófono.

- ¿Sí?, responde ella (...) Bueno, dígale que suba.
- Fueron 27 minutos, casi gratis. – Dije casi sarcástico.

Ella se arregla un poco. “Germana con Doble Queso”. Pago. Doy una propina de luca.

Babasónicos sigue en el ambiente (mucho tiene que ver). Track 12 “Exámenes”: “Yo no rindo exámenes de conciencia, siempre supe de qué estábamos hablando, no juegues así conmigo que soy simple (...) luces tan atractiva hoy. En el peor de los casos, nena, sólo quiero acostarme con vos..”.

Tuesday, May 09, 2006

Éxtasis
(Segunda Parte)

-O sea, tú sabes. Entiendes cómo está mi vida. ¿Te vas caminando a tu casa? Qué bueno. Vámonos juntos entonces, así te aprovecho de contar lo que me pasó el fin de semana. Resulta que, claro, este güeon, el Claudio... ¿Te conté que se había perdido, cierto? Ah, verdad, si me acuerdo. Bueno, la cuestión es que el güeón apareció, andaba en la playa... tra-ba-jan-do, eso me dijo, es muy care raja, ¿no crees? Bueno, entonces llegó, como si nada, te digo altiro: como si nada hubiera pasado, y eso que se desapareció por una semana. ¡Una semana me tuvo con el alma en un hilo! ¡una semana! No me contestó su celular, mis amigos lo llamaban, y nada. Bueno, la cuestión es que este güeón llegó a mi departamento, y lo primero que hizo fue decirme: “¡No has comprado nada nuevo en estos días!”. ¡¿Qué se habrá creído este güeón?! Él se debe imaginar que yo soy puta, y que gano tres millones de pesos al mes, porque eso ganan las putas... digo, como para amononar mi casa todas las semanas. Yo no gano eso, con quinientas lucas al mes me las tengo que arreglar. Bueno, te sigo contando... ¿vámonos por acá? La cuestión es que puedo tener cara de tonta, pero te aseguro que no lo soy. O sea, tengo claro que me están agarrando pal güeveo, y yo no estoy para eso. Bueno, sí. Tienes razón, estoy enamorada, pero yo no voy a aceptar que se vengan a reír de mí así. Nadie. Absolutamente nadie. Primero que nada: no soy juguetito de ningún güeón y Segundo que nada: ¿una semana desaparecido? ¿trabajando? Adónde la vió, a mí no me agarran pal leseo así... y eso que yo encuentro que es súper difícil darse cuenta que alguien que tú amas te está agarrando para el güeveo. Uno siempre da nuevas oportunidades, y siempre dice que será la última vez ¿te hai dado cuenta de eso? uno siempre da últimas oportunidades, pero las últimas nunca son las últimas, hasta que se termina todo. En el fondo las últimas oportunidades son, en realidad, las penúltimas, y las últimas de verdad, son el fin. ¿Me entiendes? ¿Qué hora es? Ah, buena hora, hoy entro a las tres. La cosa es que me aburrí, y lo mandé a la mierda. Le dije que termináramos, que ya no quería seguir con él. Es que claro, nadie puede continuar una relación así, nadie, ni yo. Él me preguntó si estaba segura de lo que estaba diciendo, yo le dije que sí, que quería estar sola, o por lo menos sin él. Todos mis amigos me dicen que hice lo correcto, en realidad nadie lo quería mucho. Me dicen que yo igual soy bonita, que tengo buen físico y esas cosas... pero no sé, yo creo que debe haber alguien por ahí que esté dispuesta a estar conmigo, a quererme y hacerme sentir querida ¿no crees? Por el momento me siento bien así, aunque igual lo echo de menos, para que te voy a decir que no, si igual lo amo... es que es tan chistoso, me hacía reír tanto, salía con cada huevá. Pero ya no saco nada con ponerme a hablar de él. Era tan chistoso, pero tenía tantas cosas malas también, y yo conocí su lado más malo. Ya Benja, aquí doblo, nos vemos pronto...

- Nos veremos pronto entonces, Javierita. ¿Vas a salir a alguna parte esta noche?
- Mmmm... no. Porque me voy a quedar estudiando para la prueba del martes.
- Ah. Bueno. Nos vemos pronto entonces.
- Chao. Cuídate.

Seguí caminando y llegué a mi casa. Puse Say It Aint So de Weezer en la radio y me quedé mirando el techo de mi pieza.

Thursday, May 04, 2006

Tentempié


Javiera no es una mujer normal, y quizás sea por eso que me llama tanto la atención. La verdad es que no la he visto hace una semana. De hecho nuestra relación se limita a una conversación de veinte minutos. Me dejó marcando ocupado. Incluso la he soñado: ojo, no es poco.

A su amiga gordita le pregunté si había sabido algo de ella. Estábamos en clases y le mandé un papelito:

- ¿Hai sabido algo de tu amiga?
- Hoy no viene, porque carretió toa la noche –me escribió.
- Pucha. Y encontró a su pololo?
- Sí. Pero parece que quiere terminar, la tiene chata.
- Yo opino lo mismo. Tiene que terminar.


Javiera, de que es rara: es rara. Eso me gusta. Me da miedo.

Sunday, April 23, 2006

Éxtasis
Primera Parte


Pause Still.
La vida continúa rodando como una juguera y yo sigo adentro. A mí nadie me preguntó si quería vivir, si quería aportar con mi escasa existencia a la humanidad. Estas cosas las pienso cuando ando bajoneado o cuando me pasa algo que me deja en el aire. Hace poco me ocurrió lo último.


Play.
(Cafetería-Casino de la universidad que me acoge)

- Ayer fui a ver a Javiera Mena en la Sala Master. Estuvo increíble. Debiste haber ido conmigo, te lo perdiste. –Sostuve después de echarle dos de azúcar a mi café oloroso.
- Tenía ganas de ir, pero de verdad no pude. ¿A qué hora llegaste a tu casa? –Me preguntó la Cata con su carita de angelito
- Como a las doce. –Respondí medio baboso.
- ¿Con quién fuiste?
- Solo. A veces me gusta eso de salir solo, me siento como critico de espectáculos. Como si fuera a trabajar y no ha pasarlo bien. En realidad esos son rollos míos. –dije antes de beber mi café con vainilla.
- Como siempre.
- Mira, esa chica me gusta. La que está ahí, al lado de la gordita...
- ¿Cuál? ¿Esa de chaqueta negra? ¡Es muy fea de cara! De cuerpo... mmm... igual salva, pero de cara... es pésima.
- Bueno. Déjame. Además, siempre me han gustado las feas...
- ¡Oh!, Gracias –Ironizó Catalina.
- O sea, tú has sido la única mina bonita que me ha importado. De verdad. Mi ex-novia era bastante poco agraciada físicamente. Yo creo que por eso estaba medio enamorado de ella, porque era algo que iba más allá de lo estético.
- Te creo. Pero ella es muy fea, no lo digo ni por celos ni porque esté picada. O sea, igual ¿de qué debería estar celosa? Tú y yo no tenemos nada. Siempre te lo he dejado claro. Porque ¿lo tienes claro, cierto? No es de celosa... mmm… no… definitivamente no es de celosa. Es que yo… no sé… tú me caes bien… te tengo cariño. Debe ser por eso. Espero que sea por eso.
- Lo tengo más que demasiado claro. Mándame buenas vibras. Voy a ir a hablarle. Chao. Y no se ponga celosa, que le queda mal. –Le dije a la Cata, dándole un beso en la cara y sin mirarle los ojos.



Rew. 32x

Las nuevas estudiantes de mi universidad no tienen ningún brillo. No existe ninguna que se pueda comparar a la Catita, por ejemplo. Eso está claro y no tiene peros. Aunque toda regla tiene su excepción. Por alguna circunstancia, los de segundo de Periodismo nos topamos con los mechones de Sociología en un ramo. Ahí está ella. No es guapa. Definitivamente no. Pero tienen ese no sé qué que a mí me vuelve loco. Esa mirada felina y profunda que me llama tanto la atención.

Se llama Javiera y tiene 19. Una vez la saludé y ella me sonrió. Yo llevaba un café con chocolate en mi mano y me puse tan tiritón que casi se me da vuelta.



Fast Forward

Tomé mis cosas y la Cata se quedó conversando con una amiga. Dejé mi mente en blanco y me senté al lado de la Javiera. Ella estaba sola y leía un libro de Antropología.

- Hola. Está complicado lo del libro –dije, un poco antes de ponerme nervioso.
- Hola. La verdad es que no entiendo mucho. No lo pude leer entero y me confunde el concepto de Relativismo Cultural. –me comentó como si me conociera de toda la vida.
- Emmm. Eso yo lo entendí bien. Si quieres te lo puedo explicar, no hay ningún problema. –Afirmé medio tiritón.
- Ya. Excelente. Pero, ¿puede ser mañana? Ahora me tengo que ir a mi casa.
- Bueno. Mañana entonces. Yo también me voy.
- Yo camino hasta el centro ¿y tú?
- También. –dije entre alucinando e incrédulo.



Walk Idiot Walk

- A mí también me gusta The Hives. En realidad quién me mostró su música fue mi pololo...
- Ahhh. Entonces pololeas –Dije-. Ustedes nacen pololeando –Pensé.
- Sí. O sea, no. En realidad: No sé.
- Cómo que no te estoy entendiendo...
- Lo que pasa es que a mi novio –o ex novio- no lo he visto hace dos semanas. Estábamos bien. Súper bien. Saliendo de discusiones tontas, esas que siempre hay en todas las relaciones. Incluso ese Domingo, había sido el Domingo más lindo que recuerde con alguna persona. Pero de él no he sabido nada más. Se lo trago la tierra...
- Pero... ¿no lo hai llamado a su celular, o a su casa?...
- Sí, pero no me contesta. Incluso lo han llamado amigos y tampoco hay respuesta. Me tiene demasiado preocupada.
- No es para menos. Podría estar muerto o haberse ido con otra mina. Creo que esas son las posibilidades...
- ¡No digas esas cosas! Aunque en realidad, si es que se fue con otra, hubiera preferido que me dijera, que me mandara a la mierda antes de tener que aguantar esta angustia, esta inestabilidad.

Llegamos a la recepción del edificio donde vive la Javiera. Desde los diecisiete años que es auto-dependiente, se fue de su casa porque ya no soportaba a sus papás. Ella trabaja en una oficina de administración (o algo así) y paga el arriendo de su departamento que está ubicado enfrente del cerro Santa Lucía. Ella vive totalmente sola. Sus papás –además de pagarle la universidad- no hacen mucho más por ella.

Me encanta. Su seguridad. Su independencia. Su madurez precoz. Casi me excita su valentía. También me mueve las hormonas el hecho de que viva sola. Y vive sola a escasas tres cuadras de mi casa. Siento que esta historia tiene continuación. Me gusta la idea.



Paréntesis

[Hay gente que me ha preguntado si estos escritos son la realidad absoluta de mi vida o si solamente forman parte de una rara-idea de pura y santa ficción. Simple. ¿Qué diferencia habría si una de estas alternativas fuera superlativa a la otra?]

Sunday, March 26, 2006

Capítulo 13

Hay gente que se ha dado cuenta que no he escrito acerca de mi vida hace, ya, bastante tiempo. A la inmensa mayoría le importa un pepino. De eso se puede sacar una buena conclusión: siempre hay más gente a la que le das lo mismo. Hagas lo que hagas. A menos de que seas como Jesús o Los Beatles. Por eso es bueno sembrar y cultivar buenas amistades, aun cuando sean pocas. Yo tengo buenos amigos, quizás no muchos, pero cada vez que podemos nos decimos que nos queremos y que nada sería igual si el otro no estuviera. En realidad eso pasa cuando estamos con algunas copas de más. Creo que no podría catalogar a uno como el mejor de mis amigos, son varios los mejores y queridos de distintas formas. A veces pienso que he querido más a mis amigos que a las novias que he tenido. De hecho las pololas han pasado y mis camaradas aun están.

Hace unas semanas que estoy de vuelta en Santiago y no fue tan terrible volver a oler el humo de las micros y sentirme como sardina al aceite cada vez que ando en Metro por las mañanas. A la universidad llegaron “Neófitos”, en otros lados son “Mechones”, “Pichones”, “Novatos” o “Cachorros”, lo importante es saber que son los alumnos que aterrizan al primer año universitario. Me dio un poco lo mismo. Me dejó bajoneado que las nuevas alumnas no fueran las modelos de revista veraniega que idealicé. En realidad estaban todas bastante mal. Ninguna como la Cata, que ahora tiene una de esas trenzas que se arman en las playas de moda y el cuerpo más moreno de lo que yo hubiera podido imaginar.

Mis vacaciones terminaron, y de Ámbar supe poco. Sé que ahora estudia para llegar a ser actriz, pero no tengo idea adónde. Pienso más de lo que debiera en ella. Y eso que sé bien que no es para mí. Ella es de esas mujeres con las que a uno se le enreda la lengua al momento de saludarlas. Me acuerdo de su olor a perfume caro, de su pera, de sus ojos. Me acuerdo de cuando nos quedamos mirando los ojos con cara de estúpidos, tratando de decirnos algo sin, siquiera, abrir la boca. A veces cuesta demasiado sacarse de la cabeza a algunas mujeres, normalmente cuesta olvidar a las que más hacen sufrir. Debe ser algún decreto de la Ley de Murphy. Me gustaría recordar siempre a mi primera polola, la Nico, ella se moría por mí y yo siempre me sentí como Rock Star. Me aburrió que me quisiera tanto, me aburrió que fuera tan tierna y tan perfecta. A veces no hace bien tanto amor, llega a caer mal. Hay veces en que uno agradecería ver una mala cara al momento de decir: Hola. Lo tan perfecto deja de serlo cuando empieza a volverse normalidad. Eso lo inventé ahora y suena a guión de película de Tarantino.

-
¡Benja! ¡Te eché tanto de menos! Me acordé demasiado de ti en el verano.
- Ehh. Hola Cata. ¿Me echaste de menos? Tú a Mí. No te creo.
- En serio. En la playa había un tipo que hablaba igual a ti, pero era mucho más reventado. Se llamaba Matías, Matías Vicuña.
- Bien cuico el nombre. Perdonando lo presente.
(Silencio)
- ¿Dónde estuviste? -Pregunté
- Me fui a Pucón todo el verano. ¿hai ido alguna vez para allá?
- Emmm... Sí, alguna vez fui, cuando chico.

¡Mierda!, pensé. Primera vez en mi vida que no me voy con mi mamá a Pucón y siento que es la única vez que desearía, realmente, haber estado allá. ¿Por qué no llamé a la Cata? Ni siquiera me acordé de ella en todo el verano. Pero ahora, la veo y la sigo sintiendo como el angelito que le cielo me tiene presupuestado.
Algo me pasa. Me pongo a pensar y me doy cuenta que debo tener algún problema con esto del amor: me cuesta poco empezar a idealizar una mujer, pero es imposible imaginarme con alguna en una verdadera relación sentimental. Soy medio robot para enamorarme. Algo así es lo que dicen los Babasónicos, por lo menos.

“Con el tiempo fui aprendiendo a ser Robot. Era programable en cuestiones del amor...” Yegua. Los Baba.




Sunday, March 12, 2006

Capítulo 12

No es que yo sea un conservador exacerbado, ni que jamás haya sido infiel, pero que la Ámbar tenga un novio hace más de dos años, me hace pensar en ella como una especie de Fruto del Deseo Prohibido o como una mujer intocable. Pese a esto, me cuesta más de lo que debiera sacármela de la cabeza por los días y, sobre todo, por las noches. Ella no es el tipo de mujer que a mi me gusta, por lo menos el tipo de mujer que no me gustaba. Ni chicas a la moda, ni mozas que la gran mayoría de coyotes encuentra apetecibles, son las damas con las que he tenido algo intenso, o no tan intenso, pero algo al fin. Ella es todo lo contrario: alta, delgada, casi morena y de ojos verdes. Una mujer prototipo. Ámbar tiene aquello que no es visible por fuera, algo que se entiende mirando sus ojos o escuchando su voz. Algo que, quizás, entiendo sólo yo. Algo que me gusta, que me llama la atención, que ha hecho quedarme junto a ella hasta altas horas de la madrugada, escuchando sus tonteras y riéndonos hasta que nuestras guatas no dan más.

Llevamos poco más de una semana durmiendo en el Camping del Tata. Lo que menos tenemos son comodidades. El baño es lo más asqueroso que he visto desde ese retrete en donde tuve un encuentro cercano del tercer tipo con aquella fémina de la Santo Tomás. La Chica y el Guatón se dieron unos besos y ahora no se hablan mucho. El Pera se agarró una penquista que anda veraneando por estos lados junto con su mamá. Ella tiene más tetas que ganas de vivir. Y ganas de vivir, por lo que entiendo, le sobran. Le dije al Pera que prefiero un bonito trasero a un par de senos con porte de Pushing Balls. Me encantan las pechugas inmensas, antes que los traseros bien formados, es como que te guste una moto de velocidad antes que una 4x4 –me respondió el Pera, mientras sellaba su saco de dormir. Me quedé pensando en eso un rato, pero no pude encontrar una explicación. Creo que esa noche me dormí buscando una respuesta a las sabias palabras del Pera.


Suele Suceder

- ¿Dónde está tu pololo?
- En la cabaña. No quiere salir hoy. Él te odia. –Me dice Ámbar, mientras se ordena el pelo con las dos manos.
- ¡Me odia! Pero ¿yo qué le hice?
- Me dijo que contigo me pongo rara, que cuando estoy contigo no soy igual, que no lo pesco.
- Celoso.
- Fastidioso, a veces.
- Disculpa... yo no quería...
- No. Discúlpame tú. Yo fui la que no pudo manejar esto...
- ¿Manejar qué?
- Creo que se entiende...
- Creo... –Dije, quitando mi mirada de su cara y mandándola al ocaso más naranjo del que tenga recuerdo.

Estábamos solos mirando como el mar se comía al sol por enésima vez. No la abracé. No la miré con cara de final de teleserie. No le tomé la mano. No le dije una palabra que fuera una especie Jaque Mate. No la traté de besar. Pero todo eso se me pasó por la mente en un segundo. Nos paramos, la fui a dejar. Nos despedimos con un beso en la mejilla sin pronunciar una palabra. Él me vio y no recuerdo haber sentido odio semejante alguna otra vez.




Monday, February 20, 2006

Capítulo 11


Por fin de vacaciones y parece que me hubiera cambiado de país o de planeta. Y eso que estoy a menos de dos horas de mi casa. Con los muchachos encontramos un buen lugar donde acampar. Hay harta gente de nuestra edad y de nuestro estilo. Parece que no somos los únicos con ganas de escapar de nuestros padres y tratar de tejer una buena aventura para después contarla en Santiago.

Con Ámbar tuvimos buena onda en el bus. Me contó que tiene veinticinco y que se cambió de astronomía a teatro el año pasado. Según ella, se dio cuenta que su vocación son las tablas, yo le pregunté que por qué no se ponía a hacer surf o skate y ella se rió como si hubiera dicho algún buen chiste. Quedamos de acuerdo con juntarnos algún día en la playa para hacer algo. Uno siempre dice eso cuando quiere quedar bien con la gente. Ámbar andaba con su hermano chico y una amiga. Iba a juntarse con su pololo que llevaba dos semanas en El Tabo. Ella lleva dos años pololeando y parece que él aun no la convence del todo. Eso siempre pasa con las relaciones en donde el amor verdadero no está entremedio, uno trata de llenar los vacíos de amor con tiempo o sexo, pero eso nunca funciona. Yo tuve una polola más de un año y nunca me convencí si estaba pololeando o no. Era una especie de prueba para ver cuanto tiempo podía durar con la misma mujer. El problema fue que ella se aburrió antes y yo quedé con gusto a poco. Tenía en mi mente las ganas de batir un récord, o algo así.

El primer día en la playa, salimos a caminar por la arena con el Pera y me contó que yo le recordaba a un amigo que no veía hace tiempo. Se llamaba Benito. Yo le dije que encontraba que Benito era nombre de dibujo animado. El Pera me contó que lo dejó de ver cuando él empezó a escribir sobre su vida en un semanario que circulaba con El Mercurio. Según el Pera, Benito inventaba historias que después dejaban mal parados a todos. Benito empezó a ganar plata y se le subieron los humos a la cabeza. Empezó a falopear con Fuguet y de él nunca más se supo.

Parece que la Chica con el Guata tienen onda. No es que lo diga de celoso, aunque igual me da una cosa rara cuando los veo juntos. Ellos andan como siameses para todos lados y pareciera que el Gordo hubiera bajado varios kilitos, porque junto a ella camina más que ninguno de nosotros.

La primera noche en la playa, salimos los cuatro a caminar por el centro. El centro de las playas siempre son iguales en verano, en todos lados hay mucha gente que quiere impresionar con su onda, está lleno de ferias artesanales –que cada vez venden menos cosas artesanales- y de autos con la música fuerte que no respetan los pasos de cebras.

- Mira Benja, ahí está Ámbar. Parece que ese es su pololo –me grita el Guata, que tiene medio apretujada a la Chica.
- Y la amiga está re-buena. ¿Por qué no vai y le preguntai si tiene algún carretito? –acota el Pera.

No ando con ganas de hacerme el galán. Menos con una chica que anda con su pololo, por mucha cara de hueón que tenga el pobre. Pero tengo más que asumido que igual voy a ir a hablarle, en buena onda, y vamos a hacer migas con el pololo de ella y pasará quién sabe qué.

- Hola Ámbar. Que buena que te encuentro.
- Hola Benjamín. Te presento a mi pololo, Rodrigo.
- Hola Rodrigo
- Hola Benjamín –Me dijo con un tono más que amable, ese tono del típico pololo perfecto.
- Te presento a mis amigos, ellos son la Martina, el Gordo y el Pera.

Después de varios holas y saludos con besos en la cara, quedamos de acuerdo en ir a conversar un rato a la cabaña de Rodrigo. Rodrigo tiene cara de un tipo ganador, todos los tipos ganadores tienen cara de llamarse Rodrigo.

Quedamos de acuerdo en juntarnos a las diez en la misma esquina en donde nos encontramos. Nos despedimos y Ámbar me dio un beso cuneteado para despedirse, mientras Rodrigo, el ganador, le decía chao a la Martina. Según el Pera: típica actitud de Perra que quiere pasar por Chanchita. No sé de adónde habrá sacado esa frase, pero pareciera que la hubiera inventado yo mismo.











Thursday, February 09, 2006

Capítulo 10


Hace tiempo que no posteo. En realidad, hace tiempo que no escribo nada. No porque esté en crisis mi vocación, sino que todo pasa por una razón mucho más simple: estoy de vacaciones y los libros y los Pc los veo solamente de vez en cuando.

Mis vacaciones empiezan cuando llego a la playa, nunca antes. Estar en Santiago, con treinta y cinco grados Celsius, no es vacaciones para nadie, por más que no haya mucho que hacer, y me levante con el hachazo a las tres de la tarde todos los días.

Este año mi mamá me preguntó si la iba a acompañar a Pucón, como siempre. Ella iba acompañada de tres amigas, las que cuando se curan, me cierran el ojo izquierdo de una forma coqueta. El problema es que las tres tienen la misma edad de mi mamá y no me las tiraría jamás, porque sería como tener onda con mi vieja.


-
Es que con el Pera, el Guata y la chica nos vamos a ir a la playa a acampar. Lo tenemos todo listo. ¿no te molesta ir sola a Pucón este año?
- No Benyi. Ya estás grande y tienes todo el derecho a elegir lo que quieras hacer. En todo caso la Anita Luisa y la Pame, me preguntaron si ibas. Ellas te quieren tanto. Son como tus madres postizas.
- Mira. Qué amorosas ellas.


El Plan

Tenemos la plata justa para ir a alguna playa cercana, arrendar algún espacio donde poner nuestra carpa e instalarnos por diez días. Llevamos la comida que sacamos de nuestras casas. El Pera lleva una carpa que es para seis personas. La Chica lleva una cocinilla que está ad-hoc con la situación. Yo puse los sacos de dormir, que aguantan hasta dos grados bajo cero. Y el Guata... bueno, el Guata tiene ganas de pasarlo bien y lleva de La Verde.


El Guata

Hola. Quizás sea bueno que me presente. Me llamo Gerardo Humberto Valenzuela Isis y tengo 19. Para explicar mi sobrenombre –Guata, guatón y sus derivados- basta con contarles que mido 1.86 y peso 156 kilos. O sea, soy guatón-guatón. Tranquilos, no me molesta en absoluto el sobrenombre, lo tengo más que asumido. Vivo en Quinta Normal, cerca del Artequín. Estoy en el preuniversitario de la Usach y no tengo mina. Por lo menos, no una fija, porque seré guatón, pero no hueón, eso lo digo siempre.

Al Benja y a todos sus secuaces, los conocí un buen 18 de septiembre en la Yein Fonda. Andábamos todos medios cufifas y como Benjamín es un poco conversador, se puso a hablar con mi prima, la que estaba conmigo en ese momento. Me cayó bien altiro, igual que toda la gente que andaba con él. La cuestión es que al poco rato nos paramos y nos fuimos a fumar un poco de la verde que yo andaba trayendo. Para celebrar las nuevas amistades, obvio. De ahí que no nos hemos dejado de hablar y siento que hice un buen amigo ese día de la patria. Aunque el muy desgraciado se haya agarrado a mi prima delante de mí, aquella noche, mientras Álvaro Henríquez hacía su trabajo.



Juntitos y revueltos

Está todo listo. Tenemos los pasajes para El Tabo, mañana a las nueve de la mañana, vía Pullman Bus. Siento que es buena idea celebrar nuestro inicio de vacaciones, aun cuando ya estemos a inicios de febrero y en la Tele ya se le esté haciendo propaganda a los uniformes escolares.

-
Ya, Chiquitita hermosa-linda-preciosa. Tomémonos un buen ron, en tu casa, para celebrar nuestro inicio de vacaciones. ¿Te parece?
- Bueno, pero ven sólo con dos más.
- Listo.
- Se armó.
- Te tiraste.
- Vamos a ver...



9.02 a.m

-
¡Corre Guatón!, se va el bus...
- No puedo más, píllalo tú...
- ...
- Ahí está –le dije al chofer, mientras le mostraba los pasajes-. Gracias, nos atrasamos un poquito, pero igual llegamos.
- Suban, nos está esperando.
- Gracias.
- Gracias
- Gracias- Balbuceó el Pera, que anoche tomó más de lo que debería.



La Martina se sentó con el Guata y yo senté al Pera entre la ventana y mi asiento.



Golpe en el Pecho

-
Disculpa, ¿me puedes avisar cuando este bus llegue a El Tabo, por favor?- me preguntó la desconocida que estaba inmediatamente a mi derecha.
- Emmm... sí, por supuesto, también vamos para allá.
- Gracias, te pasaste.
- Ningún problema. Benjamín... Benjamín me llamo ¿y tú?
- Ambar. Un gusto.
- Sin duda, el gusto es mío.



Monday, February 06, 2006

  • Capítulo 9

    Las clases están que terminan y siento que ya no doy más. Es como si mi cuerpo hubiera dosificado sus fuerzas para hacerlas durar justo un año. El calor está comenzando a volver y las poleritas cortitas de las mujeres están volviendo a decorar las calles de nuestra ciudad. Eso es bueno, es rico. El otro día volví a ver, después de largas semanas, a la chica, la Martina. Cómo vive cerca de mi casa, es normal topármela de vez en cuando. Ella era una de las que adornaban las calles con su polera-corta-apretada/sexi.

    A la Martina la considero una amiga. De esas que uno no ve siempre, pero que igual le tiene un cariño especial. De amigo-amiga. Esa tarde, yo andaba comprando en el Unimarc de Portugal cerca de la Alameda cuando me la encontré:

    - ¡Chiquitita! ¡tanto tiempo! ¿cómo estai? –le pregunté, mientras pesaba diez marraquetas.
    - ¡Bien, súper bien! ¿y tú, Benja?
    - Tranquilito. Comprando pan para tomar onces...
    - Té, querrás decir...
    - ¡Chuta! Se me olvidaba que erai media cuica...
    - ¿Por qué no vienes a tomar “onces” –ironizó- a mi casa? Estoy sola y podríamos conversar un rato.
    - Bueno. Yo llevo el pan...
    - Yo llevó el “Schanscho” –me siguió molestando.

    Eran cómo las siete de la tarde cuando entramos al departamento en donde vive la Martina. Estaba sola, su hermana andaba en un retiro espiritual, en el medio oriente, parece. La cuestión es que la chica era dueña de casa por lo menos durante un mes más.

    Nos sentamos, tomamos el Té, conversamos y que sé yo... algo pasó. Esa cuestión medio inevitable que tienen los encuentros hombre-mujer cuando la soledad es la única compañía. Para mí es raro, debo admitir que siempre, pero siempre-siempre, he tenido alguna aventurilla medio fogosa con mis amigas más cercanas. Esa cuestión siempre me pasa. A veces encuentro que es algo necesario. Da un poco más de confianza. No queda ninguna tranca sexual, ni de las otras, a la deriva, todas se apagan en una realidad pasada.

    La cosa es que terminadas de las onces, y empezando a ver una teleserie, que es el placer culpable de la chica, nos abrazamos y nos empezamos a acercar demasiado. Mutuamente. Nos besamos casi sin mirarnos y nos dejamos llevar. Creo que no volví a pensar con la cabeza fría hasta después de haber terminado, literalmente, aquél candente acto. Todo fue sin protección alguna, pero no nos preocupamos porque, según me confesó previamente la Martina, ella tomaba Ciclomex no sé cuánto, todos los días a las nueve de la noche en punto, por un problema en un ovario, y eso evitaría cualquier mal “embarazoso”. Creo que se entiende. Aunque debo ser sincero: aunque no hubiera habido método anticonceptivo alguno, hubiéramos hecho lo que hicimos sí o sí, el momento estuvo para eso, estuvo increíble, sí, demasiado bueno.

    Cuando me fui (o sea, “irme” de “irme para la casa”, a eso me refiero) se mantenía, a diferencia de mis otras aventuras-amistosas, una buena onda increíble y se entendía que no era más que un momento rico-fogoso de amigos. Una cuestión media liberal que a veces me asusta. Porque claro, es típico que uno de los dos quede pegado con lo que pasó, o que se pidan esas típicas explicaciones, ese típico ¿por qué pasó eso? que en realidad encuentro que no son más que boludeces con respuestas obvias. Aunque las respuestas obvias (¡fue un culión no más!, ¡estábamos calientes!) se disfrazan de: “lo pensé un poco mejor y somos demasiado buenos amigos como para romper esta relación tan duradera, no confundamos los sentimientos” o cosas por el estilo.

    Con la Chica no hubo ninguno de esos rollos. Tan amigos como siempre, incluso más amigos después de. Nos seguimos viendo y el atraque siguió ocurriendo hasta que la hermana de la chica, la Vere, llegó media tostada y cargada con regalos esotéricos para todos, un mes después.

Wednesday, February 01, 2006

Capítulo 8 1/2

- ¿Por qué lo haces? – la Cata me preguntó con su cara de angelito.
- ¿Qué cosa? – respondí afectado por las cuatro cuba-libre que me había tomado.
- Fumar. Fumar marihuana. Tú no eres así.

Trataba de entender lo que me decía mientras me encandilaba con su mirada, la mirada más bella que conozco.-

¡Estás tratando de esconder tus problemas! –me seguía retando.

Mientras la tenía delante de mí, sentí unas inmensas ganas de besarla como antes. No me importaba lo que me decía. No soy un adicto y lo sé. Lo importante en ese momento es que ella se estaba preocupando por lo que me pasaba, eso me partía el alma.

- Benja, ¿vai a fumar? – Me preguntó el Pera.
- No pelao, dale tú no más. No quiero.
- Ok hermano, igual te voy a dejar.
- Tranquilo, de verdad que hoy no.

La Cata me miró con cara de “haberlo logrado”, era su buena acción del día. Ella está destinada a ser mi ángel. Está jodida por eso. ¿Todos tenemos un ángel?. Quizás el resto no pueda ver a la Cata y ella sea mi ángel. Chucha. Si así fuera: ¿Uno se puede enamorar de su espíritu celeste?.

Monday, January 30, 2006

Capítulo 8

No me ha ido mal. Cuando digo eso me refiero a todos los sentidos imaginables. Tampoco digo que me ha ido excelente. Quizás el problema más grande que tenga es que en mi mente da más vueltas de lo que quisiera la Cata. La veo todos los días y me cuesta mucho aceptar que aparte de besarnos en la mejilla cuando nos saludamos, no existe un encuentro muy cercano con ella. Incluso nos alejamos un poco más después de aquella salida juntos y solos a un pub.

- Aló, Catita. ¿Cómo estai?
- Bien. Disculpa, ¿quién es?
- Yo. El Benja. El de la “U”.
- ¡Ah!, hola Benja, que rico que me llamaste. ¿Cómo anda todo?
- Bien. Oye, ¿salgamos? Estoy demasiado aburrido, vamos a tomarnos algo.
- Pero es muy tarde...
- Pero si recién son las diez y media.
- En realidad, podría ser. Bueno ya, te espero.
- En una hora estoy en tu casa.
- Te espero. Chao.
- Chao.

La vida tiene esos crucigramas que nunca se van a resolver. ¿Por qué la Cata me dijo que sí ese día? Nunca lo sabré.

Eran como las doce de la noche cuando entramos a ese pub de Providencia. “El Barril” se llamaba. Yo pedí mi clásico vodka con jugo de naranjas y ella un trago con un nombre irrepetible. Por fin, y por alguna razón que desconozco, estábamos en aquel lugar, la Cata y yo, solos. Somos compañeros de curso, nos conocemos, pero para estar en un lugar como este, a esta hora y solos, hay que ser algo más, pienso. Ella se veía increíble, como siempre. Me sentí un verdadero Rock Star cuando entramos juntos a ese lugar. Todos quedaron mirando, deben haber pensado: ¿cómo es posible que ella esté con él, con ese tipejo? No creo que haya sido otra cosa.

El cuento es otro. Después que pasaron los primeros tragos por nuestras gargantas, las miradas entre la Cata y yo se volvieron distintas. La música estaba fuerte y parece que el que cantaba era George Michael con esa canción lenta y famosa que tiene. Miré a la Cata como si fuéramos pololos de toda la vida, le agarré su cara con mis dos manos y le di un beso, EL beso. Ella no se quejó ni se resistió, pero terminada la canción de George Michael me pidió que la fuera a dejar a su casa. No me atreví a preguntarle nada y supongo que ella tampoco estaba muy cómoda con la situación. Son esos momentos en que uno quisiera tener una batucada brasileña enfrente, tocando lo más fuerte posible, bloqueando los tímpanos y la mente. En el camino hasta su casa no hablamos ni una palabra. Nos despedimos con un beso en la cara, como siempre, y yo me quedé sintiéndome mal por lo que había hecho. Y eso que no había hecho nada malo, creo.

Llegó el día lunes y mis nervios no daban más. Mi estómago estaba hecho un nudo y mi garganta estaba seca. Saludé a la Cata y ella estaba igual que siempre: iluminada, intocable y fría conmigo.

- Creo que necesito hablar una cosita contigo, Cata.
- ¿Puede ser más rato?
- Sí, obvio. Más rato. Cómo quieras.

Sensaciones

No sé. El lenguaje de los besos es algo inexplorado. Cuando sentí los labios de la Cata juntarse con los míos, mi cuerpo tuvo un inmenso escalofrío, como si me hubieran puesto un hielo en la espalda. Ahora estaba arrepentido de haberlo hecho. La Cata parece tan angelical, que cualquier cosa que no sea mirarla o alabarla sería una especie de ultraje.


Contacto

- Quiero pedirte disculpas por lo de la otra vez, por lo del beso. Espero que no lo hayas tomado a mal.
- Benja, no sé. No quiero que te pases rollos con eso. Dejémoslo ahí. En mi mente hay demasiadas cosas en que pensar y no quiero tener otra cosa que me quite el sueño. Por favor, dejémoslo tal cual.
- Bueno, tal cual.


Love is true

De alguna manera supe que el problema de la Cata era su ex – pololo. Él todavía le da vueltas en la cabeza y a ella le cuesta reconocerlo. A veces pienso que ellos son algo así como la pareja ideal y están tomando un tiempo para poder comenzar a vivir su vida juntos. Algo así como una prueba. Me duele que la Cata no sea capaz de reconocerlo. El ex de la Cata es un tipo mucho más completo que yo. Creo que incluso escribe mejor que yo, y escribir es lo que mejor sé hacer. No tengo posibilidades en competir con tipo como aquél. Ella a veces habla de él como parte de su pasado, el problema es que mientras dice eso, sus ojos brillan como si tuvieran una estrella adentro.

- A veces se gana, a veces se pierde. Pero en el amor, siempre hay que jugársela hasta que el último cartucho se haya acabado. Hasta que tus sentimientos por la Cata se apaguen- decía el Pera.
- Yo no tengo ganas de luchar por nadie. Quiero pasarla bien, no estoy para andar mordiendo amargura- Dije medio llorando.
- Entonces, si no luchas, jamás vas a conseguir el amor
- ¿No dicen que uno tiene su media naranja en este mundo y que en algún momento llegará, sí o sí? ¿o no?

Monday, January 23, 2006

Capítulo 7


Ayer tuve prueba de redacción y me saqué un cuatro. La Catita un seis-cinco. Lo que menos nos preguntaron fueron los tópicos de las ideas –que me los sabía de memoria-, la razón de mi baja nota fue por eso de las raíces latinas, en donde me equivoqué mucho más de lo que hubiera imaginado, bueno, en realidad no hice más que intentar achuntarle a los significados (Bellum significa guerra y no bello ni belleza, por ejemplo). La Cata me retó porque no había estudiado mucho, y yo acepté sus palabras alteradas como cuando un niño escucha a su mamá que lo increpa porque no hizo las tareas del colegio. La diferencia es que yo cada vez que veo a la Cata pongo cara de enamorado, por lo menos eso me dicen mis compañeros, yo les digo que no se pasen rollos, “La Cata no es mi estilo, no es mi tipo” repito como loro, pero nadie me cree, ni yo tampoco.

Después de la prueba –y del reto de la Cata- nos fuimos a tomar unas cervezas con algunos de mis compañeros. El lugar escogido fue un bar escondido que queda en el Barrio Universitario cerca de República, no me acuerdo cómo se llama. Entramos y parecía un típico restorán familiar de medio pelo, con mesas bonitas y manteles rojos –impecables- debajo de unas aceptables alcuzas con aceite y vinagre. Detrás de las mesitas bonitas estaba el sucucho que destacó por no tener nada más que unas cuantas mesas blancas rayadas y amontonadas en una esquina. No había nada más que mesas y sillas colegiales en muy (¡muy!) mal estado. El ambiente estaba muerto, éramos sólo nosotros, no más de ocho hombres con ganas de tomar. Al poco andar, y después de armar una especie de mesa familiar tuvimos un golpe de suerte, ese que siempre llega y uno nunca se lo explica; llegaron de pronto y sin aviso al mismo lugar roñoso cinco chicas de nuestra edad y se sentaron cerca de nuestra mesa. Apoyados por las dos rondas de Escudos que habíamos tomado, logramos hacer buenas migas con las muchachas y entramos en onda inmediatamente. Venían de la Santo Tomás y estudiaban algo que tenía que ver con Biología, creo.

El Horacio y el Rubén se engancharon a las más ricas de inmediato, siempre lo hacen, tienen esa cuestión que les gusta a las minas de primera, esa pinta media cuiquita y entradora, tipo jugador de rugby del Stade Francais. Yo me quedé conversando con Claudia; tenía dieciocho y, cómo era de esperar, su primer año en la universidad, pero lo más importante era que tenía el mismo nombre que mi profesora del preu, mi amor platónico. A medida que pasaron las horas y las cervezas, conversamos más de lo que jamás hubiera apostado con esta nueva conocida-desconocida, nos reímos bastante y algo empezó a pasar: el ambiente se ponía un poco caliente –no sé si por efecto de las Escudos o de los Reegaetones que habíamos programado en el wurlitzer- pero yo me estaba empezando a entusiasmar con mi nueva amiga. El sucucho estaba colmado de gente y se había convertido en un excelente lugar para relajarse de día. Con la Claudia nos levantamos y nos pusimos a bailar al ritmo de Daddy Yankee. Entre tanto el Rubén y el Horacio ya se habían perdido qué rato con las chicas lindas.


Reflexión

Es bien caliente el regaeetón, los movimientos logran despertar a cualquiera. De hecho el “perreo”, cómo se le dice a los pasos ocupados en este baile centroamericano, deriva del movimiento que existe en el apareamiento de los perros. Así que decir: “perriemos”, es equivalente a decir:“follemos”. ¿O no?






En el sucucho

La Claudia es de esas que tienen su no sé qué, no es guapetona de team de Reñaca, pero uno igual la miraría en la calle. Ambos estábamos semi-borrachos. “Necesito ir al baño, no te vayas” me dijo con una mirada demasiado provocadora. Algo me decía que tenía que acompañarla. El baño era inmenso y mal cuidado. No nos soltamos de la mano, me metí con ella al desastroso retrete y nos comenzamos a besar delante de otra pareja de lesbianas que estaba haciendo lo mismo. La subí al lavamanos con las piernas abiertas y le mordí su oreja derecha. Cinco minutos después estábamos en un w.c, ella sobre mí, ambos con los pantalones abajo, saqué un condón de mi bolsillo (siempre listo), y me vi simplemente teniendo sexo porque sí. Sexo en el baño, ese que se cuenta, ese que es necesario. Terminado el acto, salimos de la casetita y nos lavamos las manos de la forma más normal. A mí lado estaban haciendo lo mismo el Horacio y el Rubén con sus respetivas conquistas, nos miramos, nos reímos, ninguna palabra fue necesaria, simplemente una risa medio borracha. Después de un rato volvimos a tomar más cervezas con nuestros compañeros de universidad, ya no estábamos de la mano con la Claudia. La calentura había pasado. No volvimos a hablar en toda la tarde. No intercambiamos teléfonos, ni supe si estaba pololeando o no. Hace dos semanas que no la veo y ojalá no me la tope en un buen tiempo más. Simplemente fue y TÁN-TÁN.


21:38 hrs.

- Aló, ¿Pera?
- Sí, hola hueón. ¿Qué se cuenta?
- Ni te imaginai. Voy para tu casa y te digo.
- Listo, te espero. Tengo un ron
- ¿Del bueno o del sin marca?
- Cacique
- En diez minutos estoy en tu casa.




Capítulo 6

A veces me da miedo esto de estar empezando a hacer mi vida. Desde que volví de Nueva York he tenido que pavimentar mi camino con algún fin en específico. Ya nada es como antes. Ahora necesito ponerme a estudiar, tengo que cambiar el switch, cambiar el carrete por los libros y pensar que mi futuro queda mucho más allá que el próximo fin de semana. Sin duda he tenido que madurar bastante, a pesar de que no sé bien si es eso lo que quiero. En las noches me pongo a pensar si prefiero levantarme todos los días a las siete de la mañana para entrar a una sala de clases durante los próximos cinco años de mi vida, aguantando el estrés y la presión de una carrera universitaria, para luego trabajar y ganar dinero y comprarme una casa y un auto y tener una esposa e hijos, separarme, volverme a casar, jubilarme. Porque creo que eso es una vida normal. O si en realidad lo que quiero es tomar una buena mochila y ponerme a caminar en algún bosque medio abandonado en alguna parte perdida de América del Sur, viviendo de la naturaleza sin un destino fijo. Seguramente eso sería más entretenido. Estoy empezando a convencerme que mis necesidades de éxito le ganaron a las de mi felicidad.

Por el momento prefiero no darme tantas vueltas en lo que son mis ideales. Creo que me siento bien en la universidad y estoy tomando un buen camino. En realidad me siento bien cada vez que llego en la mañana y me doy cuenta que la Cata ya está sentada tomando apuntes. Si no fuera por ella, la cosa sería distinta, no me levantaría con tanto ánimo por las mañanas, ni me darían las ganas de ser el mejor de la clase, porque si es que por algo quiero tener unas buenas notas es porque mi sueño es tener algo con la Cata en medio de alguna noche de estudio, en donde yo le esté ayudando a estudiar los tópicos de las ideas en la redacción.

- Hola Benjamín, de nuevo llegaste tarde. ¿qué te pasó? –Por alguna extraña razón, la que me dijo eso fue la Cata.
- Emmm... Hola, ¿cómo estai? Es que me quede dormido, anoche me puse a repasar lo de redacción, eso de los tópicos de las ideas y me dieron las tres de la mañana, ¿a ti te quedaron claros?
- Sí. Son simples, es pura memoria.
- Ah. Que bueno. Igual me podrías ayudar con eso, porque en realidad no lo entendí mucho.
- Sí, ningún problema. También te quería pedir disculpas por haberte dejado hablando solo el otro día.
- ¿Cuándo?
- El otro día, en el Parque Intercomunal, es que había tenido un día horrible y no tenía ganas de hablar con nadie.
- No te preocupes, a todos nos pasa. Disculpa tú, por haberte tratado de “posmo”.
- Estás disculpado, aunque no creo que ser “posmo” sea tan malo. –me dijo semi-riendo.
- Seguramente no... ¿Tienes algún problema demasiado complicado?

(silencio)

- Disculpa, no quise preguntar...
- No, está bien. La verdad es que sí, tengo muchos más problemas de los que quisiera, como todos –me dijo mientras su cara se ponía triste.
- Quizás podamos hablar de eso, después de estudiar eso de los tópicos.
- Quizás.


Diván

La Cata tiene algunos problemas serios. Bastante serios. Pero me he dado cuenta que no existen muchas personas que no los tengan, en realidad la verdadera diferencia va entre quienes los pueden asimilar y aminorar y los que simplemente los toman como la perdición y el desastre total.

El papá de la Cata hace unos días se fue de la casa, llevaba veinte años casado con su primera esposa, la mamá de la Cata, y la relación de un momento no dio para más. Él es un tipo solvente económicamente, tiene varios departamentos en varias regiones en donde destaca el turismo y un par de propiedades en el extranjero. Un día cualquiera la relación entre los padres de la Cata se echó a perder. Al principio ella no sabía por qué ya no se hablaban, el ambiente en su casa era de esos que se cortaban con cuchillo. La Cata supo que el problema era por otra mujer, su padre se había metido con otra y de paso había tirado por la borda veinte años de feliz matrimonio, el problema mayor es que la otra es la hermana de la madre de la Cata, la tía de la Cata, la madrina de la Cata, la segunda madre de la Cata, lo que pareciera multiplicar el dolor y la angustia por mil. Esto pasó una semana después de entrar a la universidad. María Catalina Undurraga estaba destrozada, y por alguna razón yo estaba siendo el confidente de sus problemas, mientras simplemente me dedicaba a mirar y escuchar a la mujer más bella que había visto en vivo y en directo.



Tópicos de las Ideas:

1.- Definición. 2.- Partes. 3.- El género y especie. 4.- El origen y las causas. 5.- Los efectos. 6.- Atributos y cualidades. 7.- El estado: Estado del objeto o persona, condiciones actuales de ésta. 8.- Las acciones. 9.- Semejanzas o desemejanzas. 10.- Las relaciones. 11.- Las circunstancias. 12.- La finalidad. 13.- La utilidad. .- La conclusión.


Sunday, January 15, 2006

Capítulo 5


Viernes. Diez de la noche.
Quedarse en casa nunca ha sido panorama.

- Pera, ¿qué tenemos para hoy?
- Parece que no hay panorama. –Respondió de mala gana el Pera.
- ¿Y tus compañeras?
- No he sabido nada de nadie. Con esto del fin de semestre, los carretes se cambian por los libros.
- ¡Chuta!. Si tengo algo te aviso. Chao.
- Chao Benja. Hablamos.

Calle José Victorino Lastarria. Once de la noche.
El Benja sale de su casa. Necesita tomar aire. Aunque sea solo.

- ¿Tenís fuego? –Pregunta una chica con onda alternativa.
- Disculpa, no fumo.
- ¿Qué haces por acá? Parece que andas aburrido.
- Vivo por acá. Y sí, estoy súper aburrido.

El Benja se mantenía caminando con dirección al Parque Forestal, no demostraba mucho interés en la chica que hablaba como si lo conociera de siempre.

- Y tú, ¿Qué haces sola por estos lados? Es medio peludo de noche.
- Yo también vivo cerca. Al frente del museo de Bellas Artes. Ando tomando algo de aire, a veces se necesita.
- Yo lo necesito más de lo que querría. Disculpa... me llamo Benjamín, ¿y tú?
- Martina. Pero dime chica, como todos.
- No podrías tener otro sobrenombre. –Responde entre risas Benja -¿Qué haces?
- Estudio diseño en la Arcis, voy en tercero. ¿Tú que haces?
- Estudio periodismo. Voy en primero
- ¿Cuántos años tienes?
- Veinte ¿y tú?
- Veintiuno.

Frontis del Bellas Artes. Cero horas en punto.
Buenas migas entre el Benja y la Martina.

- ¿Por qué te acercaste a pedirme fuego, si no has prendido ni un cigarro desde que nos encontramos?
- En realidad yo tampoco fumo.
- No entiendo.
- Lo que pasa es que al salir de mi casa tuve la corazonada de que hoy conocería a alguien especial. Alguien que marcaría mi vida. Te vi y supe que eras tú.
- La verdad es que soy bastante incrédulo. No te creo nada. Pero te tengo que decir que desde que te vi me inspiraste confianza. Algo raro sentí también.
- Viste, predestinados.
- Raro.
- Raro pero cierto.

Puerta del edificio en donde vive la Martina. Dos de la mañana.
Martina forma parte del young-high-class.


- Bonito edificio. Bonita vista. ¿Con quién vives?
- Con mi hermana. Departamento de solteras.
- Mira tú. Quién lo diría. Tan solitas en esta ciudad llena de buitres.
- Me sé cuidar bien. Me voy Benja. Hablamos.
- Ok. Chao. Un gustazo. Nos vemos.




La chica se convertiría en una de las mejores amigas del Benja. Ellos tienen buena onda, no son iguales pero similares. Benja está empezando a escuchar buena música nacional, ayer se compró el último disco de De Saloon, dice que tiene buenas canciones que le recuerdan más de algún amor-desamor del pasado. La Martina, por su parte, es fanática de Sonic Youth y Weezer, hace algún tiempo que no tiene novio, pero eso no es su problema por estos días. Tiene una onda especial y esotérica. Ama a Cobain. Es casi una chica “posmo”, como dice el Benja.


Otra vez Lastarria. Dos diecisiete a.m.
Suena el celular del Benja.

- Oye hueón, tengo carrete, ven a mi casa altiro.
- Ok Perita, en diez minutos estoy allá.


Tuesday, January 10, 2006

Capítulo 4


Después del mejor verano que recuerde, volví a mi realidad en Santiago. Ahora empezaba mi vida de estudiante universitario. El miedo se había ido, hoy necesitaba comenzar a hacer mi camino propio.

Ocho de la mañana. Otra vez no entiendo el sistema. Son muchos códigos y muchas salas. También mucha gente, muchos más que en el preu.


Flash Back

Uno de mis mejores amigos egresó de la misma universidad que en la que hoy estoy. Se llama Cristian. Le decimos Toti (por su parecido con el jugador italiano). Él me advirtió de lo complicados que son en esta universidad con la cuestión del mechoneo. Me metió miedo. Según el Toti, lo mechonearon dos veces. No creo que sea tanto.


Mechón

El Toti tenía razón. Me mechonearon dos veces. Nunca entendí por qué. Me di cuenta que el mundo universitario es otra cosa, se respira otro aire, un aire mucho más reventado que en otros lados. La marihuana parece estar legalizada dentro de la escuela de periodismo de esta universidad, para que decir el alcohol. Eso me gusta. Siempre he dicho que las libertades se las debe poner cada uno, las restricciones no hacen más que reprimir los sentimientos de las personas, cada cual con lo suyo.

La primera semana no hubo clases, sólo carretes. El parque Almagro, el parque Intercomunal de La Reina, Dieciocho y República se convirtieron en los centros de reunión de nuestras fiestas. Conocí a mucha gente. A demasiada gente. Casi todos son menores que yo. Incluso los que me mechonearon. Siento que nadie tiene mis mismos intereses, todos piensan en las fiestas y las tomateras como algo imprescindible, para mí es sólo un buen momento. Se notan demasiado los tres años de diferencia con mis compañeros. Quizás la única destacada es María Catalina Undurraga, es hermosa, para mí es la más rica de la facultad. Cuando la vi por primera vez, sentí un golpe en el pecho, algo que me decía: -¡Ella, sí, ella es!.

La Cata viene de un colegio cuico, uno que queda en avenida Ossa. Tiene cara de cuica también. En realidad es cuica. Pero me gusta igual. Ella no me pesca. No me mira. No tiene idea que existo. Quizás sea por eso que me atrae tanto, prefiero dejarlo así. Si hay algo que de ella que me cohíbe, es su seguridad. Ella sabe bien que es rica, que todos la miran, que es el centro de la fiesta. Ella sabe que todos los hombres se hacen los interesantes, esperando que ella tenga alguna reacción. Ella entiende que cuando se va, todos somos un poco más reales y dejamos de actuar, inconscientemente, a ser los galanes. La cata sabe como funciona la cosa.


Mi primer diálogo con la Cata fue un desastre. Habíamos llegado hace cinco horas al parque Intercomunal de La Reina, teníamos mucho ron Midjans y algo de Coca – Cola. Estaba medio borracho y no hice más que insultarla sutilmente.

- Me encanta la idea de estudiar periodismo, es lo que siempre quise, me gusta mucho escribir y hablar con la gente. En realidad eso me lo dio a conocer una profesora que tenía en el preu. Porque yo hice un preu. No me fue tan bien en la PSU. Y tú, ¿por qué estudias periodismo?
- No sé, me gusta...
- Que bueno que te guste. En realidad a mi también me gusta ¿ya había dicho eso?. Debe ser por efecto de este ron que me estoy tomando. Dime algo, ¿te gusta Nirvana?
- Sí, me agrada Cobain.
- En realidad mi pregunta era algo capciosa. Bueno, no tanto tampoco. Te preguntaba porque Fuguet, el escritor de “Mala Onda”...
- Sé quien es Fuguet.
- ¡Ah!, en realidad, si estudias periodismo es obvio que sabes. Continúo. Fuguet, el de Sobredosis, habla del prototipo de mujer “posmo”. Mujeres que estudian periodismo, son viudas de Cobain, son algo esotéricas, y tienen una onda cultural pop. En realidad ahora estoy empezando a dudar si eso lo dijo Fuguet...
- Disculpa, tengo que ir al baño.



Paréntesis

Lamentablemente la Cata entendió bien lo que dije, el problema es que yo no lo quise decir. Lo dije de curado. Se me salieron las palabras. Lo de las mujeres “posmo” lo saqué de la revista Rock & Pop número uno. La tengo guardada bajo siete llaves, es del 94 y tiene una foto de Kurt Cobain en la portada.


Seguido

- ¡Guata!, tráete el ron, por favor.








Capítulo 3

Inicio-Fin-Inicio.

Mi relación con la Ale fue más buena que mala. Duramos poco menos de un año. Terminamos porque simplemente nos aburrimos de estar juntos. Lamentablemente la empecé a valorar cuando ya no nos decíamos te quiero. La busqué, pero ella ya no estaba dispuesta a volver conmigo. –Nuestro tiempo ya pasó, no quiero volver a lo mismo –me dijo. Creo que fui yo el que quedó peor con la ruptura.

La Ale tenía la idea de estudiar medicina donde fuera. Yo le decía que era más fácil ganarse el Loto. En la PSU no le fue tan bien, se matriculó en bachillerato de ciencias en la Andrés Bello. A mí me alcanzó el puntaje para lo que quería en cualquier universidad estatal, pero fuera de Santiago. Estuve a punto de irme a la Universidad de la Frontera, en Temuco, al final no me atreví. Soy un enemigo del frío, y no estaba dispuesto a despertarme con –10ºc todo el invierno.

- Puta, me faltaron diecisiete puntos para quedar en la Chile. ¿Qué hago? –le pregunté al Pera y al Memo.
- Ándate a Temuco, no seai hueón, te vai a acostumbrar –sentenció el Memo
- ¡Tai loco!, de verdad que no puedo con el frío. Es como una enfermedad –refuté.
- Matricúlate en una privada. De verdad. Eso es que lo que vai a tener que hacer –Otra vez el Pera estaba en lo cierto.


Otra vez es verano. Mi mamá, como siempre, estaba de acuerdo con lo que le decía. “Mientras sea lo que tú quieras”, siempre me dice. 30ºc. Mi firma y la de mi mamá estaba en el contrato de una afamada universidad privada.


Holidays

Me siento bien. Creo que saber que estoy empezando a hacer las cosas correctamente me tiene tranquilo. Si es que puede hablar de que hacer las cosas correctamente es tener claro lo que se quiere estudiar. Ahora hace calor, es febrero, necesito vacaciones, no por estrés, porque hace tres años que la palabra responsabilidad la escribo con ve-corta, sino porque sencillamente es verano, y no existe nada mejor que salir de vacaciones o a veranear como dice mi mamá.

Siempre vamos a Pucón, nos quedamos en unas cabañas que están al comienzo del camino internacional. Nos demoramos veinte minutos caminando al centro. Este año mi mamá invitó al Pera. Es el que mejor le cae de todos mis amigos. En un principio la idea era invitar a la Ale, pero todo se acabó un par de meses antes. La verdad es que yo prefiero ir con el Pera. –Hermano, la fidelidad es una utopía innecesaria –siempre dice el Pera. –La fidelidad, en un pololeo, tiene un área de cien kilómetros a la redonda -Digo yo. No sé bien por qué me acordé de eso ahora.

Esto es sólo un barniz de mi vida. Pero les puedo asegurar que no he tenido otro verano como aquél. Quería olvidar a la Ale. Y de que manera lo logré. Pucón está lleno de gringos en el verano. Cuando se daban cuenta que yo hablaba inglés, me invitaban los tragos que quisiera, simplemente debía decir en buen inglés lo mismo que hablaba con el Pera. También son excelentes las argentinas. Me acuerdo de la Valentina, venía de San Juan, iba a competir en el Half Ironman, y se notaba que su cuerpo estaba entrenado como el de una “mujer de acero”. La Vale se quedaba en la cabaña vecina a la nuestra. En las mañanas salía a entrenar en su bicicleta Cannondale, en la tarde nadaba en el Calafquén y después corría cuarenta minutos por el centro. ¡Qué mujer!. Sin duda lo peor fueron las minas chilenas, todas cuicas y creídas, son las únicas que no pescan.

El Pera se enganchó con una gringa que venía de Jacksonville. La verdad que la gran gracia que tenía era su acento raro. No tenía ni pechugas ni poto, era bien desabrida. Según el Pera, le calentó que le dijera cosas cochinas al oído en inglés.

- ¡Hueón!, ¿Qué siginifica: Fuck my ass, babe? –El Pera pasó todos los años con inglés rojo en el colegio.
- Pera, hermano, usted juegue. Haga lo que quiera. Tiene free pass.

Después del Half Iron Man, fuimos a celebrar el segundo lugar de la Vale en La Playa. Tomamos un par de tequilas y mi galantería nacional se la jugó con la trasandina. El resultado: Terminé comprobando que la argentina era una verdadera mujer de acero en el ring de las cuatro perillas. No quiero pasar por adulador, pero que una “ché” te diga que eres el Mark Allen del sexo, significa algo.