Wednesday, July 26, 2006

Creo que tengo algo (no importante) que decir.

“... La ciudad de Santiago de Nuevo Extremo puede estar tranquila,
una pandilla de escribidores la recorre a diario
para que las buenas y bellas historias no mueran,
mas tengan vida eterna.”
L. A. Tamayo



La otra vez me junté a tomar con una manga de engrupidos literarios y saqué varias buenas moralejas. Primero de todo, debo comentar que llevo un tiempo enganchado con esto de las letras, y he presenciado más tertulias literarias que las que creí poder soportar. La verdad es que me dedico a escuchar mucho y poco a leer. Una vez mostré un cuento que todo el mundo lo hizo pedazos. Me hice el fuerte y demostré poco interés en los comentarios, pero la verdad es que el tema me dio vueltas varios días en la cabeza. Volviendo a la poco glamorosa reunión con los casi-escritores sobreengrupidos, quiero rescatar un comentario que me hizo el autor de un libro que es súper ventas entre los escolares. Hablábamos sobre amor, y estábamos todos borrachos en un bar de Bandera llegando a Mapocho.

- Mira Benjamín. Siempre va a existir esa mina que invada tus sueños. Aunque estés casado, aunque tengas hijos, aunque estés excelente con otra. Todos... todos tenemos una mujer que desearíamos más que a nada, más que a ninguna otra. Una mujer por la que seríamos capaces de dejar todo. Pero hay que ser aterrizado, y tener claro que uno de mil hueones se queda con esa mujer soñada. El resto, nos quedamos tranquilos, nos casamos con una mujer que nos haga feliz, tenemos hijos. Hacemos la vida normal, pero nunca se nos borra de la mente aquella musa, aquél amor platónico.me dijo Luis Alberto, antes de tomar su enésimo vaso de cerveza y poner ojos de pena.

Luis Alberto es un buen tipo. Me ha enseñado bastante de literatura y mucho de las mujeres. No se cuál de las dos cosas he aprendido más. Esa conversación me quedo dando vueltas, creo que él tiene razón en lo que dice, lo digo por lo vidrioso de sus ojos. Estoy casi seguro que mientras Lucho me hablaba, tenía en su mente a esa mujer que tanto añoraba.

El taller de literatura se acabó la semana pasada y creo que nunca volveré a ver a ninguno de los contertulios. Creo que es mejor así. Nunca he sido un tipo tan cultural como ellos, nunca he sido asiduo visitante de museos o de lecturas de poesía al aire libre en el Parque Bustamante. Creo que no es necesario ser tan cultural para poder ser escritor, o para que simplemente te gusten las letras.

Creo que mi estadía en el taller, literariamente, pasó inadvertido, pero pienso que mi persona no. Conocí a una de las mujeres más bellas de las que tenga recuerdo y viví, también, la indiferencia más absoluta de su persona sobre la mía. Viviana se llamaba y poco, o nada, de ella pude saber. Ella si es cultural. Ella es de las que entran saludando a Metales Pesados. Ella habla de Chejov o de Dostoievski como quién habla de Fuguet o Neruda. Ella es de esas personas que te hacen parecer estúpido cuando logras entablar una conversación. Ella tiene los ojos azul claro más llamativos de los que me acuerde.

Por otra parte, tengo a mis amigos de hogar. Mi mundo en el que me manejo, en el que me conocen y en el que tengo harto qué decir. El Pera estuvo enfermo, y su mamá lo dejó solo toda la semana. La Clau, su polola, lo cuidó esos días. Me imagino cómo lo habrá cuidado. El Gordo sigue jurando amor eterno a la Chiquita, ahora llevan tres meses pololeando, y dos meses que Gordo lleva otra relación paralela con una tipa de la que no recuerdo el nombre. El Toti está engrupido en la Iglesia Evangélica Pentecostal de Avenida Matta con Copiapó. La otra vez me dijo que me convirtiera porque “el Salvador vendrá pronto y se llevará consigo sólo a los elegidos”. Yo como que no pesqué mucho y me compré una polera que dice “jesús no viene ná”. De Ámbar supe algo el otro día, la encontré en la esquina de Portugal con la Alameda, andaba apurada y con varios bolsos. Le dije que otro día la llamaba para que tomáramos un café. Me dijo que bueno, pero después me acordé que nunca intercambiamos números. La Javiera me aburrió. Al final supe que llevaba varios años pololeando con el mismo tipo, él tenía trabajo, claro, vende cocaína. Y ella trabaja, claro, es parte de un selecto grupo de acompañantes. Creo que soy un apasionado por la adrenalina y por las cosas extremas en general, pero seguir metido ahí, con ella, significaba algo más que un riesgo permanente.

De mí puedo comentar que he estado bastante normal. Creo que si no he escrito sobre cosas que me han pasado es simplemente porque no me han pasado cosas. O por lo menos cosas que estime dignas de compartir. A veces pasa eso, como que uno se desencanta de cuestiones que antes parecían interesantes, porque ya han pasado otras mejores. De una u otra manera la vara se va subiendo sola, y lo que antes era excitante, ahora no lo es. De verdad. Creo que ahora ni siquiera es excitante la Catita a la que ahora encuentro sólo bonita y buena onda. Eso. Ando raro. Me he sentido raro el último tiempo y esta vez no creo que sea un proceso hormonal. Creo, también, que me he quedado pensando en las palabras de Luis Alberto. Creo que me he quedado pensando en la enorme posibilidad de no ser yo el “uno entre mil hueones”, y vivir mi vida pensando en “esa mujer por la que seríamos capaz de dejarlo todo”. Creo que, tristemente, Luis Alberto tiene la razón una vez más.