Monday, August 07, 2006

Estas Cosas Pasan (o estas cosas pasan a veces)



Me he dado cuenta de que hay suficiente gente a la que le interesa mi vida, y por eso seguiré contándola. Hace un tiempo no lo creía y dejé de lado esta especie de columna exhibicionista. Porque de qué serviría sentarse veinte minutos a escribir un par de planas de un diario de vida web si a nadie le importa. De nada. Creo que de nada.

Llevo un rato haciendo cosas que son poco claras. O sea, no poco claras, sino poco comunes. Eso es bastante subjetivo, y el típico debate respecto a qué es lo subjetivo-objetivo me tiene aburrido, así que cuando hablo de “cosas comunes” me refiero al raguetón, al mekano y las salidas a las discos los jueves, viernes y sábados. ¿Se entiende? Qué bueno. La cosa es que he estado viendo en Vía X a Franzani y me ha dado por bajar la música de cada grupo under que menciona. Así llegué a conocer a Nutria, a Casanova (que ya no es desconocido) y a Congelador. A eso quería llegar. A Congelador. Puedo decir que tengo grupos que hacen que los pelos se me paren y que el pecho se me infle. Me refiero a los que ya son parte de la banda sonora de mi vida. Como cuando le di ese piquito a la Catita, estaba sonando Blur, siempre me acuerdo. También Ramones, Yeah Yeah Yeahs, y varios más.

Tengo que contar que cuando una idea se me mete en la cabeza, trato de sacármela concretándola. Es como una especie de obsesión permanente. No me puedo quejar, pero a veces me ha traído problemas y enemigos. Ahora no hablaré de eso. Quiero contar mi rollo con Congelador, y hay sólo una persona que me puede ayudar. Una persona que sabe demasiado de música, desde de los famosillos de la Nueva Ola, hasta del último disco de NIN.

- Aló, Toti... ¿Cómo estamos?
- ¡Hermanito! Tanto tiempo. ¿Qué cuenta?
- No mucho... ¿hai escuchao a Congelador? Es la raja.
- Obvio que sí, incluso el ex-vocalista anduvo con mi prima...
- ¡Yaaaaaaa! ¿Y ya no canta?
- No po hueón, si Congelador se disolvió a principios de año...
- ¡No hueí!
- Sí hueón, de verdad...
- Puta la hueá...

El Toti es de esos típicos amigos que uno ve sólo a veces y de los que conversa sólo cosas sin importancia. De esos amigos que son amigos entre comillas, de esos que no van a tomar té a tu casa. Ahora, él me es importante. Ahora, el Toti es un poco más mi amigo. Se me metió en la cabeza conocer más del grupo que me tiene medio loco el último tiempo y ya sé como concretar esta obsesión.

No sé cómo, pero fui invitado a una de esas fiestas de las que siempre habla Sergio Lagos, esas en las que hay gente reconocible por su cara. Gente de la tele, de las revistas. Gente que tiene la ropa nueva y la risa más amplia que la cara. El Toti me invitó. “Vístete bien, hueón. Vamos a ir a un carrete de verdad”.

Barrio Lastarria de nuevo. Agradezco vivir a seis cuadras de ahí, del epicentro cultural y de la onda Santiaguina. Del departamento en que estamos se ve Metales Pesados, el Café de las Artes y Zoo, la nueva tienda con onda. Strokes está demasiado fuerte y con el Cacique que me tomé ya empecé a soltar la lengua. Parece que hice una crítica correcta del First Impressions of The Earth, porque doce ojos me quedaron mirando con las pupilas muy abiertas. Uno de los tipos con los que hablaba me dio la mano. “Rodrigo, Rodrigo Santis me llamo”. –Hola Rodrigo, soy Benjamín, Benjamín Cruz. El ambiente estaba increíble. Tomé como carretonero. Tuve que aportar con la vaquita, y como me di cuenta de que todos soltaban los billetitos de diez y de veinte, tuve que hacerme el duro y pasar las últimas diez lucas que me quedaban. Pero tomé Cacique, y fumé un poco de algo bueno. “Prensado en miel y traído desde Australia” me dijo un tipo que hablaba como el protagonista de la teleserie del siete y tenía el pelo más amarillo que hubiera visto. Las mujeres estaban como querían. Pareciera que hubieran estado todas las compañeras que el Jorge tiene en la Andrés Bello de la Casona. Yo me mantuve tranquilo, entretenido conversando con Rodrigo. Era el más piola. El único que no andaba con ropa recién comprada. Mientras me tomaba mi trago número un millón, se mete el Toti en la conversación.

- Veo que ya conociste al Benja, buena onda este cabro.
- Acá estamos hablando un poco de música... sabe harto este chiquillo –Respondió Rodrigo.
- El Benja te quería conocer, Rodrigo. Me estuvo hablando toda la semana de ti...

(Ahí yo puse cara de no tener idea)

- El Benja es un fan de Congelador
- ¿De verdad te gusta? –me preguntó Rodrigo
- Sí... sí... ¿por qué? Tú eres... –Seguía sin entender
- Yo era el vocalista. Porque nos separamos en el verano. Ya fue suficiente...

Yo no lo podía creer. Estas cosas no suelen suceder. Yo enfrente del tipo que me ha estado cantando canciones los últimos tres meses. El vocalista del grupo que más he pirateado por internet estaba delante mío y yo no tenía la más mínima idea.

Los litros de Cacique me habían tomado el cuerpo entero. Y la marihuana extranjera logró tatuarme una risa eterna. “En honor a los caídos, pondremos el disco “Cuatro” de Congelador...” dijo alguien que seguramente estaba borracho. En el aire volaba una de los temas instrumentales más notables que he escuchado el último tiempo: “Campo de Fuerza”.
Me tocan la espalda y alguien me saluda como si me conociera de toda la vida. Con los brazos abiertos, una sonrisa inmensa y los ojos iluminados.

- ¡Benjamín!

(Afino la vista un poco)

- Ámbar... ¿Eres tú?