Thursday, November 23, 2006

Güinner!
Cuando uno se pone a escribir leseras como las que salen en este blog, tiene el derecho tácito de escribir lo que sea. Sin nadie que tenga el derecho de hablar o preguntar si lo que aquí sale es cierto o no. Eso es una tremenda ventaja. Cuando algo no me conviene digo: no, tranquilo, eso es ficción, a mí no me pasaría. Y cuando algo me favorece, digo exactamente lo contrario. Es simple.

Ahora no sé bien que diré.

Sólo que de la junta que tuve hace algunas semanas con varias personas de otros blogs salieron bastantes historias dignas de relato. Y no es que uno ande con el papel y el lápiz en cada carrete al que va, sino que hay historias contables y otras que no. Aquí ocurrió lo primero.

Ahí estaban: Mauricio, Karol, Remiso y su novia (muy buena onda ella), Claudia, Shicole, Enrique y varios más. Nos juntamos a tomar algo y a hacer esas cosas que uno hace cuando viene conociendo a gente nueva. Todo el mundo buena onda, con temas muy ligados al mundo cibernético. En honor a la verdad debo decir que yo quedé bastante colgado, porque de edición HTML es poquísimo lo que sé.

Creo que en todo momento hubo buenas migas. Y las cervezas corrían más rápido que el minutero. También debo decir que estábamos de dueños de casa, pero en la casa del autor de Urbanocity.

Si estoy contando esto tan mal, es sólo porque me pone un poco nervioso publicar esta historia. De hecho ni siquiera sé bien si lo haré. Esto pasó hace tres semanas o un mes, y no me había querido pronunciar sobre el tema. Y eso es por algo.

Ochentaicincomil cervezas en una mesa de madera ultra café oscuro. Que el HTML para acá, que esto otro para allá. Que vamos, que no vamos...

- ¿Está bien ahí?
- Sí. No. Mejor no... es que recién nos venimos conociendo.
- Pero...
- Ya. Dale nomás.

Incluso un pisco, pocas bebidas. En realidad muchos piscos y un par de bebidas. Un ron incluso.

Varias piezas desocupadas. No tantas, sino que justo una para cada uno. O una para cada dos, mejor dicho. Y creo que esto no estaba preparado. O sea, lo que pasó después del carrete, en el mismo carrete. Sé que está enredado, y es lo que quiero. Mil disculpas.

- ¡El mejor!, eres el mejor, es que la cagaste... (sic)