Tuesday, January 10, 2006

Capítulo 3

Inicio-Fin-Inicio.

Mi relación con la Ale fue más buena que mala. Duramos poco menos de un año. Terminamos porque simplemente nos aburrimos de estar juntos. Lamentablemente la empecé a valorar cuando ya no nos decíamos te quiero. La busqué, pero ella ya no estaba dispuesta a volver conmigo. –Nuestro tiempo ya pasó, no quiero volver a lo mismo –me dijo. Creo que fui yo el que quedó peor con la ruptura.

La Ale tenía la idea de estudiar medicina donde fuera. Yo le decía que era más fácil ganarse el Loto. En la PSU no le fue tan bien, se matriculó en bachillerato de ciencias en la Andrés Bello. A mí me alcanzó el puntaje para lo que quería en cualquier universidad estatal, pero fuera de Santiago. Estuve a punto de irme a la Universidad de la Frontera, en Temuco, al final no me atreví. Soy un enemigo del frío, y no estaba dispuesto a despertarme con –10ºc todo el invierno.

- Puta, me faltaron diecisiete puntos para quedar en la Chile. ¿Qué hago? –le pregunté al Pera y al Memo.
- Ándate a Temuco, no seai hueón, te vai a acostumbrar –sentenció el Memo
- ¡Tai loco!, de verdad que no puedo con el frío. Es como una enfermedad –refuté.
- Matricúlate en una privada. De verdad. Eso es que lo que vai a tener que hacer –Otra vez el Pera estaba en lo cierto.


Otra vez es verano. Mi mamá, como siempre, estaba de acuerdo con lo que le decía. “Mientras sea lo que tú quieras”, siempre me dice. 30ºc. Mi firma y la de mi mamá estaba en el contrato de una afamada universidad privada.


Holidays

Me siento bien. Creo que saber que estoy empezando a hacer las cosas correctamente me tiene tranquilo. Si es que puede hablar de que hacer las cosas correctamente es tener claro lo que se quiere estudiar. Ahora hace calor, es febrero, necesito vacaciones, no por estrés, porque hace tres años que la palabra responsabilidad la escribo con ve-corta, sino porque sencillamente es verano, y no existe nada mejor que salir de vacaciones o a veranear como dice mi mamá.

Siempre vamos a Pucón, nos quedamos en unas cabañas que están al comienzo del camino internacional. Nos demoramos veinte minutos caminando al centro. Este año mi mamá invitó al Pera. Es el que mejor le cae de todos mis amigos. En un principio la idea era invitar a la Ale, pero todo se acabó un par de meses antes. La verdad es que yo prefiero ir con el Pera. –Hermano, la fidelidad es una utopía innecesaria –siempre dice el Pera. –La fidelidad, en un pololeo, tiene un área de cien kilómetros a la redonda -Digo yo. No sé bien por qué me acordé de eso ahora.

Esto es sólo un barniz de mi vida. Pero les puedo asegurar que no he tenido otro verano como aquél. Quería olvidar a la Ale. Y de que manera lo logré. Pucón está lleno de gringos en el verano. Cuando se daban cuenta que yo hablaba inglés, me invitaban los tragos que quisiera, simplemente debía decir en buen inglés lo mismo que hablaba con el Pera. También son excelentes las argentinas. Me acuerdo de la Valentina, venía de San Juan, iba a competir en el Half Ironman, y se notaba que su cuerpo estaba entrenado como el de una “mujer de acero”. La Vale se quedaba en la cabaña vecina a la nuestra. En las mañanas salía a entrenar en su bicicleta Cannondale, en la tarde nadaba en el Calafquén y después corría cuarenta minutos por el centro. ¡Qué mujer!. Sin duda lo peor fueron las minas chilenas, todas cuicas y creídas, son las únicas que no pescan.

El Pera se enganchó con una gringa que venía de Jacksonville. La verdad que la gran gracia que tenía era su acento raro. No tenía ni pechugas ni poto, era bien desabrida. Según el Pera, le calentó que le dijera cosas cochinas al oído en inglés.

- ¡Hueón!, ¿Qué siginifica: Fuck my ass, babe? –El Pera pasó todos los años con inglés rojo en el colegio.
- Pera, hermano, usted juegue. Haga lo que quiera. Tiene free pass.

Después del Half Iron Man, fuimos a celebrar el segundo lugar de la Vale en La Playa. Tomamos un par de tequilas y mi galantería nacional se la jugó con la trasandina. El resultado: Terminé comprobando que la argentina era una verdadera mujer de acero en el ring de las cuatro perillas. No quiero pasar por adulador, pero que una “ché” te diga que eres el Mark Allen del sexo, significa algo.




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