Monday, January 30, 2006

Capítulo 8

No me ha ido mal. Cuando digo eso me refiero a todos los sentidos imaginables. Tampoco digo que me ha ido excelente. Quizás el problema más grande que tenga es que en mi mente da más vueltas de lo que quisiera la Cata. La veo todos los días y me cuesta mucho aceptar que aparte de besarnos en la mejilla cuando nos saludamos, no existe un encuentro muy cercano con ella. Incluso nos alejamos un poco más después de aquella salida juntos y solos a un pub.

- Aló, Catita. ¿Cómo estai?
- Bien. Disculpa, ¿quién es?
- Yo. El Benja. El de la “U”.
- ¡Ah!, hola Benja, que rico que me llamaste. ¿Cómo anda todo?
- Bien. Oye, ¿salgamos? Estoy demasiado aburrido, vamos a tomarnos algo.
- Pero es muy tarde...
- Pero si recién son las diez y media.
- En realidad, podría ser. Bueno ya, te espero.
- En una hora estoy en tu casa.
- Te espero. Chao.
- Chao.

La vida tiene esos crucigramas que nunca se van a resolver. ¿Por qué la Cata me dijo que sí ese día? Nunca lo sabré.

Eran como las doce de la noche cuando entramos a ese pub de Providencia. “El Barril” se llamaba. Yo pedí mi clásico vodka con jugo de naranjas y ella un trago con un nombre irrepetible. Por fin, y por alguna razón que desconozco, estábamos en aquel lugar, la Cata y yo, solos. Somos compañeros de curso, nos conocemos, pero para estar en un lugar como este, a esta hora y solos, hay que ser algo más, pienso. Ella se veía increíble, como siempre. Me sentí un verdadero Rock Star cuando entramos juntos a ese lugar. Todos quedaron mirando, deben haber pensado: ¿cómo es posible que ella esté con él, con ese tipejo? No creo que haya sido otra cosa.

El cuento es otro. Después que pasaron los primeros tragos por nuestras gargantas, las miradas entre la Cata y yo se volvieron distintas. La música estaba fuerte y parece que el que cantaba era George Michael con esa canción lenta y famosa que tiene. Miré a la Cata como si fuéramos pololos de toda la vida, le agarré su cara con mis dos manos y le di un beso, EL beso. Ella no se quejó ni se resistió, pero terminada la canción de George Michael me pidió que la fuera a dejar a su casa. No me atreví a preguntarle nada y supongo que ella tampoco estaba muy cómoda con la situación. Son esos momentos en que uno quisiera tener una batucada brasileña enfrente, tocando lo más fuerte posible, bloqueando los tímpanos y la mente. En el camino hasta su casa no hablamos ni una palabra. Nos despedimos con un beso en la cara, como siempre, y yo me quedé sintiéndome mal por lo que había hecho. Y eso que no había hecho nada malo, creo.

Llegó el día lunes y mis nervios no daban más. Mi estómago estaba hecho un nudo y mi garganta estaba seca. Saludé a la Cata y ella estaba igual que siempre: iluminada, intocable y fría conmigo.

- Creo que necesito hablar una cosita contigo, Cata.
- ¿Puede ser más rato?
- Sí, obvio. Más rato. Cómo quieras.

Sensaciones

No sé. El lenguaje de los besos es algo inexplorado. Cuando sentí los labios de la Cata juntarse con los míos, mi cuerpo tuvo un inmenso escalofrío, como si me hubieran puesto un hielo en la espalda. Ahora estaba arrepentido de haberlo hecho. La Cata parece tan angelical, que cualquier cosa que no sea mirarla o alabarla sería una especie de ultraje.


Contacto

- Quiero pedirte disculpas por lo de la otra vez, por lo del beso. Espero que no lo hayas tomado a mal.
- Benja, no sé. No quiero que te pases rollos con eso. Dejémoslo ahí. En mi mente hay demasiadas cosas en que pensar y no quiero tener otra cosa que me quite el sueño. Por favor, dejémoslo tal cual.
- Bueno, tal cual.


Love is true

De alguna manera supe que el problema de la Cata era su ex – pololo. Él todavía le da vueltas en la cabeza y a ella le cuesta reconocerlo. A veces pienso que ellos son algo así como la pareja ideal y están tomando un tiempo para poder comenzar a vivir su vida juntos. Algo así como una prueba. Me duele que la Cata no sea capaz de reconocerlo. El ex de la Cata es un tipo mucho más completo que yo. Creo que incluso escribe mejor que yo, y escribir es lo que mejor sé hacer. No tengo posibilidades en competir con tipo como aquél. Ella a veces habla de él como parte de su pasado, el problema es que mientras dice eso, sus ojos brillan como si tuvieran una estrella adentro.

- A veces se gana, a veces se pierde. Pero en el amor, siempre hay que jugársela hasta que el último cartucho se haya acabado. Hasta que tus sentimientos por la Cata se apaguen- decía el Pera.
- Yo no tengo ganas de luchar por nadie. Quiero pasarla bien, no estoy para andar mordiendo amargura- Dije medio llorando.
- Entonces, si no luchas, jamás vas a conseguir el amor
- ¿No dicen que uno tiene su media naranja en este mundo y que en algún momento llegará, sí o sí? ¿o no?

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